Estaban desmotivados. Resentidos entre ellos. La relación quebrada. Hacía mucho tiempo que no tocaban en vivo. Les estaba costando escribir canciones. Encerrados en sus lujosas mansiones, no encontraban inspiración. La fama los había aplastado.
Por infobae.com
Probaron ocultándose detrás del Sargeant Pepper y con la experimentación con drogas. Nada servía. Los Beatles, aunque parezca increíble, sentían que se habían secado artísticamente.
Y entonces, un simple aviso en un diario cambió todo. Por lo menos así lo reveló en su autobiografía Patty Boyd, primera esposa de George Harrison (quien después vivió un romance con Eirc Clapton y le inspiró Layla). La mujer estaba deseando iniciar un cambio en su vida, inclinarse hacia la espiritualidad, y esas dos palabras en letra impresa le generaron curiosidad: Meditación Trascendental.
Ese era el camino hacia la espiritualidad tan ansiada, se dijo y arrastró a George con ella a las primeras clases de una disciplina que los entusiasmó. El guitarrista ya venía explorando la cultura hindú y el sitar y quedó fascinado.
El impulsor de esta disciplina derivada de arcanas técnicas de yoga ya había llegado a la tapa de la prestigiosa revista Life como una novedad: el gurú Maharishi Mahesh Yogi se había transformado casi en una celebridad, mientras la meditación ganaba terreno en Occidente.
Pocos meses después de aquel aviso en el diario, el gurú llegó a Londres para dar unas charlas. George ya había hablado con John Lennon, Paul McCartney y Ringo Starr de la luz en medio de el desánimo que había hallado en la Meditación Trascendental. Así, en una de esas exposiciones en la capital inglesa, el gurú tuvo un público de lujo: los Fab Four.
Entusiasmados, a las pocas semanas, los Beatles se dirigieron con sus esposas hasta Bangor en Gales para participar de un retiro espiritual dirigido por el Maharishi. Se les sumaron como acompañantes nada menos que Mick Jagger y Marianne Faithfull. Pero esa experiencia galesa que empezó siendo una revelación terminó abruptamente. La muerte de Brian Epstein, el manager de los Beatles, hizo que los músicos debieran abandonar el retiro.
Todos estaban fascinados con la breve experiencia de esos días. Como siempre cuando se trataba de estas cuestiones, George y John fueron los más involucrados. Dijeron que la MT les había hecho abandonar el LSD y las demás drogas (era un momento sensible debido a la muerte por sobredosis de Brian Epstein). Que el estado de conciencia que conseguían con esa práctica espiritual era superior al efecto de las drogas. El poder era del Maharishi.
Mientras, el gurú empezó a anunciarse como el maestro de los Beatles. Era su mejor publicidad. No era para menos. No había nadie más famoso en el mundo. Editó discos con sus enseñanzas y en la tapa se hacía referencia a la banda de Liverpool; lo mismo sucedía con los anuncios de sus conferencias.
En febrero de 1968, entusiasmados por este camino espiritual, los Beatles con sus esposas y varios allegados viajaron a la India. Casi siete mil kilómetros para entregarse al gurú y seguir el curso que les permitiera convertirse en maestros en la disciplina de la Meditación Trascendental.
El primero en llegar fue George que trabajaba en la banda de sonido de la película Wonderwall y estudiaba con Ravi Shankar. Luego se sumaron los demás. Harían un retiro espiritual en Rishikesh, en el Ashram del Maharishi. No estarían solos. Además de otros alumnos occidentales había varias celebridades. Mia Farrow y sus hermanos, Mike Love de los Beach Boys, el músico de jazz Paul Horn (considerado hoy como uno de los pioneros de la música New Age), el cantante Donovan, el fotógrafo Paul Saltzman (quien con sus fotos y memorias de esos días editó un bello libro) y el único periodista del grupo Lewis Lapham (que también publicó contando la experiencia).
Ringo Starr y su esposa Maureen duraron poco. Poco más de una semana. Huyeron poniendo como excusa que el régimen vegetariano les producía alergia. Maureen contó alguna vez que cuando salían de bañarse, mientras se secaban, eran rodeados por los más diversos y exóticos insectos. La pareja decidió volver al confort europeo y alejarse de escorpiones y tarántulas.
Los demás vivían en bungalows, con cuatro camas cada uno y un pequeño baño. La rutina era tranquila y con pocas variantes. Un desayuno frugal, ejercicios, meditaciones, alguna charla del Maharishi, y tiempo libre para caminar y componer.
Por primera vez en mucho tiempo los músicos no estaban rodeados de periodistas, flashes, ni de jóvenes aullantes. Disfrutaban de la paz del ashram.
A las tres semanas el que se fue a su casa fue Paul McCartney. Le pareció que ya había pasado un tiempo prudencial en el lugar, que ya era hora de regresar a casa. En algún momento creyó haber vuelto a sus días del colegio y a la disciplina victoriana. Pero también sintió que esa tranquilidad le había devuelto la inspiración para componer.
Una tarde Paul se acercó a George y le propuso trabajar juntos. Harrison, terminante, le dijo que no habían ido hasta ahí para hacer música sino para meditar. Paul se fue con su guitarra a otra parte. Pero terminaron siendo semanas productivas, prolíficas en canciones. Compusieron 48.
Gran parte del Álbum Blanco fue escrito en ese retiro de Rishikesh. Blackbird, I´m so tired, Don´t pass me by, Revolution, Ob-la-di Ob-la-da, Rocky Racoon, Why don´t we do it on the road y varias más. Algunas no llegaron a ser grabadas sino hasta que comenzaron sus carreras solistas. Junk de Paul, Not Guilty de George y Child of Nature (luego metamorfoseada en la invencible Jealous Guy) de John, entre otras.
Donovan contó que, en esos días, las canciones les brotaban a los Beatles, que Paul estaba todo el tiempo con una guitarra entre sus manos y que todos los presentes eran testigos de cómo nacían esas melodías que después se convertirían en clásicos. La tranquilidad, la naturaleza, el sonido de los animales de fondo, la paz interior que tanto buscaban, los había vuelto a poner prolíficos. Varios años después John contó: “Escribí cientos de canciones, no podía dormir, tenía alucinaciones y unos sueños increíbles en los que hasta podías oler. Tuve unos viajes fascinantes en esos días”.
El Maharishi estaba exultante con esta exposición y con la publicidad que llevaban los Beatles. La repercusión de esta actividad de los Fab Four fue enorme, como cualquier cosa que hicieron en esos años. Pero a esta se le sumaba la novedad, el exotismo, la intriga de lo desconocido, el destino lejano.
En algún momento le propusieron hacer un documental producido por Apple con la experiencia pero el gurú ya tenía firmado un contrato con una importante cadena televisiva. El inconveniente era que el Maharishi había asegurado la presencia de los Beatles; de esa manera había vendido el proyecto. Los Beatles con amabilidad le dijeron que eso no sucedería, pero él y sus representantes seguían insistiendo y prometiendo a los ejecutivos televisivos que los músicos más famosos del planeta participarían de su película. Aducía que él los iba a convencer.
Se cuenta que en algún momento de la estadía en India el Maharishi les habría pedido a los de Liverpool entre el 10 y el 25 por ciento de sus ingresos. El diezmo más grande del mundo. Los Beatles ni siquiera escucharon la propuesta.
Dear Prudence fue escrita por John inspirándose en Prudence Farrow, la hermana menor de Mia. La actriz venía de separarse tumultuosamente de Frank Sinatra. Prudence, de 22 años, se convirtió en la mejor alumna del yogui. Su dedicación era total y no aceptaba distracción alguna. Casi no salía de su habitación. De una belleza delicada, con largo pelo rubio, dedicó cada hora de su estadía a la MT. La situación llegó a preocupar a los demás pero ella persistió. “Prudence quería encontrar a Dios más rápido que todos nosotros. Había una especie de competencia en el Ashram: ganaba el que primero se ponía cósmico”, contó John en una entrevista posterior.
A los Beatles la estadía en lo del Maharishi les inoculó otra idea. Todavía les seguía rondando la idea del cine, los seducía volver a las pantallas. Pero en esta ocasión el proyecto sería muy diferente. Los Beatles deseaban trasladar a la pantalla El Señor de los Anillos, la saga de Tolkien. Y hasta se habían repartido los papeles. Lennon sería Gollum, Paul haría de Frodo y George de Gandalf. Ringo interpretaría a Sam. Hasta habían pensado en algunos directores. Desde la obvia selección de Stanley Kubrick pasando por el especialista en proyectos faraónicos David Lean y Michelangelo Antonioni.
Peter Jackson, el director que varias décadas después filmaría los libros de Tolkien, confirmó que los Beatles habían proyectado la adaptación durante 1968.
La estadía de Lennon y Harrison duró la mitad de lo previsto. Abruptamente decidieron partir. Con los años las versiones se multiplicaron. Por un lado se afirma que a Lennon le molestó el costado especulador y ambicioso del Maharishi, que en cada reunión que tenían, en cada ocasión en que lo veían estuviera acompañado por un contador. Sin embargo la versión que se impuso fue que tomaron la decisión de marcharse por las conductas sexuales inadecuadas del gurú, que en teoría era célibe, con varias de las mujeres del grupo.
Se habló de varios a Mia Farrow (uno de los integrantes del grupo contó que ella le describió esas insinuaciones del Maharishi aun antes de la llegada de los Beatles) y una situación de contacto físico y un “abrazo cósmico” impropio y más intenso y cariñoso de lo habitual, con una de sus jóvenes discípulas fueron las manifestaciones que se esgrimieron con los años.
Tomada la decisión de abandonar el ashram, Lennon y Harrison se reunieron con el Maharishi para comunicárselo. El gurú les preguntó intrigado por qué abandonaban Rishikesh.
–Decinos vos. Si sos tan cósmico cómo decís, seguro que ya sabés el motivo -chicaneó Lennon.
Luego de una mirada asesina del Maharishi (así la describió John), Lennon agregó:
–Dale, deberías saber.
John era el más enojado de todos. Se sentía defraudado. Veía a ese hombre que se vendía como espiritual demasiado preocupado por el dinero, la fama, las celebridades y las mujeres.
Como catarsis compuso Sexy Sadie, otra canción del Álbum Blanco. El título original era Maharishi (”Sexy Sadie ¿Qué hiciste?, nos hiciste quedar a todos como unos tontos”, eran los primeros versos) pero fue modificado a pedido de Harrison.
Cuando en los 90, los Beatles sacaron los cd’s y el video de Anthology, la parte que contaba el viaje del grupo a India estaba musicalizado con esta canción. George se opuso y luego de una charla de tres horas consiguió que el director cambiara de idea. Al final utilizaron Across the universe para ese segmento.
Las acusaciones de conductas sexuales impropias y abusos se fueron disipando con el tiempo. El único que se mantuvo firme fue John que llegó a decir que se equivocaron con el Maharishi pero que la MT seguía siendo de gran utilidad. Mia Farrow en sus memorias (publicadas en los 90) relativizó los hechos, lo mismo que Cynthia Lennon y algún que otro testigo más. George tocó en un recital en 1992 para el Maharishi y Paul también morigeró sus declaraciones.
Pero la huida de los Beatles de la India, esa salida abrupta y enojada, tuvo con el tiempo tras explicaciones. Hubo quienes acusaron a Alex Mardas, Magic Alex, un griego estrafalario muy cercano a los Beatles que proclamándose inventor les hizo perder fortunas en la instalación de los estudios de Apple. Dijeron que todo fue tramado e inventado por él para alejar a Lennon del Maharishi y así no perder él la influencia y la cercanía con John. Otros sostuvieron que todo fue una estratagema de John para poder volver a Yoko Ono y disolver su primer matrimonio. Si bien viajó con Cynthia hasta último momento, Lennon consideró la posibilidad de emprender la travesía a India con su nuevo amor.
La foto de los Beatles con sus túnicas blancas y el collar de flores se convirtió en un ícono. Las costumbres hindúes, su música y su vestimenta, ingresaron a Occidente de la mano de ellos. También la práctica de la meditación. Ese, algunas buenas historias (con versiones encontradas) y algunas grandes canciones, es el legado de esos días de febrero de hace 55 años en la India.
¿Y qué pasó con el Maharishi después del escándalo? Sufrió algún daño en su reputación luego del incidente, pero era el riesgo que había asumido ante tanta exposición. Sin embargo pasado el tiempo regresó a los primeros planos y todo quedó olvidado. Su método funcionaba y en la década del 70, la Meditación Trascendental se expandió por todo el mundo.
El Maharishi Yogi fundó centros de meditación en 130 países y una universidades en todo el mundo. En 1975 llegó a la tapa de la Time. El 5 de febrero de 2008, en Vlodrop, Países Bajos, “murió en paz”. Tenía 91 años y, según la organización que fundó y logró millones de adeptos, su mensaje permanece a través del tiempo: “La vida es gozo. El hombre ha nacido para disfrutar. Dentro de cada uno hay una reserva ilimitada de energía, inteligencia y felicidad.”