La frase aparece en la novela de Ian Fleming Thunderball (Operación Trueno), perteneciente a la saga del agente James Bond, y la pronuncia el líder de la organización criminal Spectre, Ernst Stavro Blofeld, mientras hace balance de las ganancias dejadas por sus fechorías.
Por BBC
La referencia que la novela del icónico 007 hace del bolívar puede parecer alocada hoy, visto que en apenas tres lustros la moneda venezolana ha sufrido tres reconversiones, en las que se le eliminaron 14 ceros. No obstante, ilustra la reputación de la que gozaba mundialmente la moneda venezolana a mediados del siglo XX.
Esa fama desapareció el 18 de febrero de 1983. Era el último día de la semana laboral y, por ello, pasó a la historia con el sombrío nombre de “Viernes Negro”. Ese día el gobierno del entonces presidente Luis Herrera Campins (1925-2007) anunció una drástica devaluación del bolívar.
“Desde la década de los 30 el bolívar fue una de las monedas más sólidas del mundo y símbolo de la prosperidad venezolana”, le dice a BBC Mundo el historiador Tomás Straka.
Una prosperidad que atrajo a inmigrantes a un país petrolero que se estaba desarrollando y ofrecía grandes oportunidades.
“El bolívar fue un símbolo de aquello que hizo a Venezuela un país referencia en el siglo XX: el país del ascenso social, de las grandes obras de infraestructura, el país que atraía a inmigrantes de todos lados, que venció al paludismo y casi liquidó al analfabetismo. Esa Venezuela se desvaneció como un espejismo el Viernes Negro”, agregó el miembro de la Academia de la Historia de Venezuela.
A 40 años de la medida, analizamos los factores que derivaron en el Viernes Negro y cómo cuatro décadas después sus efectos siguen presentes.
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