Cuando fue condenado a la pena de muerte en Atenas en el año 399 A.C., Sócrates tuvo la posibilidad de salvar su vida proponiendo cumplir una pena distinta -el destierro- que fuera aceptable para sus jueces.
Por BBC Mundo
Pero el famoso filósofo griego eligió morir.
Y es que el exilio, estar fuera de la ciudad donde había pasado su vida y a cuyo servicio se había dedicado, era para él un castigo peor.
De haber preferido marcharse, Sócrates se habría convertido en un apátrida, una condición que según cálculos de la ONU afecta a millones de personas en el mundo y a las que en las últimas semanas se le han sumado unos 300 opositores nicaragüenses, que fueron despojados de su nacionalidad por las autoridades de ese país.
De acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la apatridia tiene diversas causas que incluyen la discriminación contra ciertos grupos originada con frecuencia por diferencias étnicas o religiosas, o por cuestiones de género; la aparición de nuevos Estados y las transferencias de territorio entre los Estados existentes; los vacíos en las leyes de nacionalidad; así como por la pérdida o la privación de la nacionalidad como consecuencia de decisiones tomadas por los Estados.
Se trata, en todo caso, de un problema que tiene graves consecuencias para las personas que lo sufren, pues pierden un derecho que sirve como base para acceder a muchos otros derechos importantes que en el mundo contemporáneo se dan por sentados.
Existen personas apátridas en casi todos los países y regiones del mundo, según ACNUR.
Uno de los grupos más afectados son los rohingyas, una minoría predominantemente musulmana que durante décadas han sufrido persecuciones en Myanmar, donde residen. En su caso, el Estado no los reconoce como ciudadanos, porque los considera migrantes procedentes de Bangladesh.
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