Comentando con un viejo luchador social curtido en mil batallas y poseedor de más de un nombre propio con identidad en su pasado izquierdoso la situación política actual de Venezuela, coincidimos en que el ascenso en intención de voto ha subido, porque la coherencia de la propuesta y el testimonio diario de María Corina, ha ocupado el vacío dejado por los liderazgos de los partidos opositores principales que no han encontrado como explicar como G4 y después como G3, los errores en cascada que han cometido, con la consecuencia delicada para la recuperación de la democracia, de cargar con una perdida importante de credibilidad para asumir la vía electoral con opciones reales de victoria para superar el autoritarismo militarista civil que ha gobernado Venezuela en los últimos 23 años.
Que una mayoría de venezolanos dentro y fuera del país vean en María Corina una posibilidad de cambio, va más allá de una eventual candidatura, la líder de Vente Venezuela nunca ha ocultado su forma de pensar liberal, opuesta a las fórmulas populistas que se han experimentado en diversas versiones sin éxito en la región, es posible que el fracaso del populismo, que solo se puede ejercer desde el poder utilizando los recursos del estado para perpetuarse en el mando este llegando a su fin y con esto se desvanezca la ilusión de la repartición equitativa de la riqueza que nunca ha ocurrido, Venezuela contó con los mayores recursos del planeta y el populismo bolivariano convirtió al país en uno de los más empobrecidos y desiguales.
El problema es que el autoritarismo no va a ceder el poder graciosamente a un relato contrario como el que encarna María Corina, la predicción de Cabello en compañía de Maduro que aquí no se van a realizar primarias, es la respuesta del autoritarismo que entiende que si hay primarias y María Corina participa, vamos a ver en las calles una movilización importante de personas, una participación masiva y una organización como la del 2015, que derrotó en las parlamentarias a un chavismo madurismo con todo el poder y los recursos en sus manos.
A esto hay que añadirle la compleja situación económica por la que atravesamos y la ausencia casi total de servicios públicos, principalmente los más urgentes como el suministro de agua, electricidad, gas domestico y combustibles.
A la presencia de los maestros en las calles con un discurso de exigencia de respuesta por parte del gobierno a sus reivindicaciones laborales, se le pueden unir otros sectores de empleados públicos, provocando un tsunami social al cual Maduro no puede o no quiere dar respuestas, hasta ahora en la pirámide de funcionarios aparece en el ápice la fuerza armada, que ha recibido pequeños incrementos de salario y bonificaciones, obvio que ellos estén de primeros porque son los que hasta ahora sostienen al régimen por tener legalmente el monopolio de las armas, pero lo que se escucha es que las mejoras son insuficientes y existe un descontento en los cuadros bajos y medios sin llegar a una crisis ni una ruptura.
En la base de la pirámide esta la mayoría que si está descontenta, pero no encuentra una vía para expresarse por recibir unas pensiones y jubilaciones que este mes en un país dolarizado alcanzaron los 6 dólares, al igual que los maestros, enfermeros y el resto de personal de salud que por pura mística y entrega profesional sigue asistiendo a los hospitales y centros de salud, que se encuentran en las peores condiciones de toda la historia de la medicina venezolana desde el Protomedicato en el siglo XVIII.
A los tropiezos para realizar unas primarias abiertas, hay que sumarle las piedras de los partidos opositores, que para cerrarle el paso a María Corina proponen la escogencia de un candidato por consenso, de ocurrir ese disparate no sólo se cumpliría la predicción de Diosdado, también se le estaría entregando la banda presidencial a Maduro, no por el candidato que escojan, sino porque la desunión de opiniones y voluntades presentaría una opción debilitada, a la medida del régimen.