Es una idea digna de Los autos locos, aquellos dibujos animados de antaño, pero en la vida real: a mediados de los 60, un dúo de británicos se preguntaron qué podía pasar si montaban un motor de avión en un auto, y para encontrar una respuesta les pareció que lo mejor ero poner manos a la obra y fabricarlo.
Por. Clarín
El resultado fue The Beast –La Bestia, en castellano–, un vehículo que a los fines prácticos no tiene mucho sentido, pero que es sin dudas una pieza única que por estos días saldrá a subasta en busca de un nuevo dueño.
Es que la creación de Paul Jameson y John Dodd, para empezar, no resulta la más eficiente de todas: el motor que lo mueve es un Rolls-Royce Merlin V12 de 27 litros de cilindrada que demanda un consumo estimado en 100 litros por cada 100 kilómetros recorridos. Por supuesto que tampoco es muy silencioso, y ni hablar de lo que puede costar una visita al taller.
La Bestia en acción
Así anda el monstruoso Rolls-Royce con motor de avión.
Tiene sentido, por supuesto: estos bloques fueron pensados para equipar numerosos aviones de combate y bombarderos durante la Segunda Guerra Mundial. Y una variante con compresor, llamada Meteor –la que inicialmente utilizaba La Bestia–, también fue muy elegida para que montaran tanques de guerra.
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