Wiliam Anseume: Salario mínimo, ONAPRE y más

Nada. Un año transcurrido y ni siquiera una referencia por parte de quienes se sostienen en el poder a la fuerza para compensar el financiamiento que hoy hacemos los trabajadores, jubilados y pensionados del país a este régimen.

Nicolás Maduro y sus secuaces no cumplen convenimiento alguno, nacional o internacional. Tampoco cumplen sus palabras. Así que ni a malandros ni a pranes llegan. Porque malandros y pranes tienen sus códigos muy bien cifrados. Entre ellos está el hecho de que la palabra es un documento. Estos sujetos son otra cosa. Mucho peor. Aquí ha existido, y existe, una rebatiña diaria sobre el erario público. Aquí roban arriba y abajo. Un grupúsculo inescrupuloso permanentemente solazado en sus cuotas grandes o pequeñas de poder. Por eso ocultan las cifras. La que no pueden ocultar, basada en cifras, es la de ser el cuarto país del mundo en corrupción.

Luego, en procura de buscar más recursos, porque en la rebatiña no resultan infinitos, como tal vez creían, insisten machaconamente en el tema de las sanciones y la “guerra económica”. Cuando todos estamos al tanto de que la única guerra es la que tiene el régimen del terror contra los trabajadores. Una guerra diaria. Una batalla inclemente por la supervivencia, impuesta desde el poder criminal. Sin dudas, un intento continuado de genocidio. Las sanciones se las colgó el régimen de Maduro en el pecho a los trabajadores. Escudo discursivo contra los límites externos al saqueo del Estado venezolano y a su hasta ahora indetenible violación de los derechos humanos.





Así vamos derechito al primero de mayo. Sin respuesta alguna, pragmática, que suponga la superación de las dificultades laborales generadas por el régimen. El salario es el mismo desde ya hace más de un año. Cinco dólares que no soportan ningún análisis en torno a la supervivencia. Mucho menos que pobreza extrema. Y de allí las demás tablas. Y de allí se sigue la empresa privada, aunque mucho mejor se porte con sus trabajadores. Más de un año hace que impusieron el Instructivo ONAPRE. Ese que redujo los sueldos y echó por tierra las convenciones colectivas también impuestas por quienes alardean de no soltar el poder por ninguna vía.

Casi no hay denominación para esta crisis. ¿Explotación? Desde luego. ¿Violencia laboral? Claro. ¿Esclavitud moderna? Sin duda. Los esclavos de la colonia eran mejor tratados por sus dueños. Comían bien al menos y les protegían la salud para conservar en buen estado sus productos humanos de venta o canje. ¿,Holomodor tropical? También. El uso político del hambre. De la muerte por hambre y por mengua. Lo cierto es que el arma política ante el mundo somos todos los venezolanos afectados por el robo también de los derechos laborales. Se roban directamente el trabajo para su servicio. Se roban el dinero que le pertenece a los trabajadores, de las cajas de ahorro, de los sindicatos y gremios, de los institutos de previsión. Va para un año y medio que retienen esos recursos a sabiendas de que no hay como hacérselos pagar. Robo. Descarado robo al trabajador no solo de su sueldo y sus derechos. Le meten la mano en sus cuentas.

Provocan una mayor huida. Lo que también les significa un negocio. Por eso tenemos uno de los pasaportes más caros del mundo. Servicios públicos sumamente costosos. Más robo. Los coyotes siguen haciendo de las suyas en las fronteras. La amenaza ante el mundo es: me quitan las sanciones o sigue en aumento la cantidad de desplazados en la búsqueda de llegar al primer lugar del mundo en la materia.

El régimen no da respuesta porque no la tiene. Porque no la ha generado ni la quiere generar. Una situación inédita en corrupción, en robo al trabajador, en busca de un genocidio prolongado, sistemático, en hambre y desprotección social y de salud, en procura de que más nos vayamos en busca de protección. ¿Quieren resolver esto? No. A ellos mal no les va. Siguen allí, guapos y apoyados. Sobre todo por los países que más interés tienen en Venezuela: Cuba, China, Rusia, Irán. A los trabajadores, a los jubilados, a los pensionados no nos queda más que seguir en protesta por todos los medios. Denunciar internacionalmente este intento prolongado de genocidio, esta persecución y exposición permanente. Y seguir trabajando contra el régimen como en un combate, como lo que es.