Mucho antes de que Nicolás Maduro saliera a anunciar la salida de Tareck El Aissami, el gobierno de Estados Unidos ya venía recaudando evidencia sobre los pasos oscuros de su otrora hombre de confianza.
Por EL TIEMPO
Oficialmente, Maduro anunció que su “zar” del Petróleo se separó del cargo para no obstaculizar las investigaciones por “graves hechos de corrupción” en la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y otros organismos oficiales del régimen.
“En virtud de las investigaciones que se han iniciado sobre graves hechos de corrupción en PDVSA, he tomado la decisión de presentar mi renuncia como ministro de Petróleo, con el propósito de apoyar, acompañar y respaldar totalmente este proceso”, escribió en sus redes el saliente y poderoso funcionario.
Pero, desde hace seis años, El Aissami, de 48 años, estaba bajo los reflectores de la Oficina de Control de Activos de Extranjeros (OFAC) en el rango de “narcotraficante especialmente designado”. Y agentes federales también le seguían el rastro al escándalo que estalló esta semana y que involucra el desvío de multimillonarias sumas de PDVSA.
De hecho, le han venido localizando empresas y lujosos vienes que pueden estar vinculadas a ambas investigaciones.
Dentro de la investigación por presunto narcotráfico y blanqueo de capitales, el Departamento del Tesoro bloqueó 8 empresas en el exterior y no se descarta que ahora estén ligadas al desvío de fuertes sumas de dinero a través de criptomonedas.
El entramado societario pasa por Islas Vírgenes Británicas, Panamá, Reino Unido y Estados Unidos. Detrás de ese rastreo estaba un supuesto testaferro del renunciado ministro a quien la OFAC identificó en su momento como Samark López.
Uno de los bienes identificados fue un ‘jet’ ejecutivo de cerca de 10 millones de dólares: se trata de una Gulfstream 200, con matrícula N200VR. La aeronave está ligada a una de las 8 empresas extranjeras sancionadas. Se trata de 200G PSA Holdings LLC, cuya ubicación es el 80 SW 8th Street Suite 2000, Miami, FL 33130.
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