Para este artista, que creció en El Salvador pobre y sin formación académica, era el encargo de su vida: pintar un retrato del 45º presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
¿Su misión personal? Que resultara exuberante, para mostrar a un gran hombre haciendo grandes cosas, con Dios de su lado. Ahora, los demócratas quieren saber dónde se encuentra el retrato de dos metros y medio del expresidente, pero eso solo puede especularse.
Ahora, casi tres años después de que el cuadro fuera entregado a Trump, el artista dice sentirse honrado de que la obra sea uno de los regalos hechos al exmandatario y a su familia durante su presidencia cuyo paradero se desconoce, según un informe publicado este viernes por los demócratas del Comité de Supervisión y Rendición de Cuentas de la Cámara de Representantes.
“Me siento halagado porque la valuó. Porque es un hombre multimillonario”, dijo el artista, Francisco Antonio López Benavides. “Puede tener mil pinturas de él. Pero si tomó mi pintura es porque a él le encanta y valoró el arte de verdad. Estoy feliz”.
Lea más en The New York Times