A medida que los intereses de las pandillas del chavimadurismo se distancian y emergen las rencillas tribales, en esa misma medida vamos obteniendo detalles de lo que ya parcialmente conocíamos e intuíamos, es decir, la inmensa magnitud del saqueo de la nación venezolana por parte de estos desalmados. Desde los primeros años de autocracia chavista se iniciaron los desmanes con el Plan Bolívar 2000, pasando por la conversión de PDVSA en una quincalla importadora de comida podrida, por la captura codiciosa de empresas productivas al grito de “exprópiese” emitido por el gorila barinés, por el obsceno endeudamiento con China y por el despilfarro y apropiación indebida de casi un millón de millones de dólares de ingreso petrolero, lo cual ha llevado a Venezuela al nivel de Haití y de los más atrasados países africanos.
Enfrentados con este inmenso crimen, con este saqueo inmisericorde caracterizado por la entrega dadivosa de nuestras riquezas minerales a países como Cuba y otros pequeños países del caribe y de dinero efectivo a líderes cómplices en Argentina, Bolivia, Ecuador, Honduras, Perú, México, Bielorrusia, Siria y otros, así como a grupos terroristas como las FARC, Hamas y Hezbollah, los venezolanos estamos obligados a aplicar la justicia a estos hampones, so pena de convertirnos en cómplices del inmenso crimen.
Pero esto no es lo que algunos líderes políticos, empresariales y sociales venezolanos piensan hacer, respaldados por algunas naciones y politólogos extranjeros y venezolanos, quienes buscan una solución rápida a la tragedia venezolana, no importa cuántos principios se violen y que la impunidad promueva la repetición de la tragedia.
El régimen de Nicolás Maduro, el heredero y continuador de los crímenes de Hugo Chávez ha iniciado una purga de pandillas, según lo indica la captura de varios malhechores asociados a PDVSA y al ex-ministro de petróleo Tareck El Aissami. Se habla de un desfalco de tres mil millones de dólares por parte de estos ladrones. Ya se conocía el desfalco de mil millones de dólares por parte de Alejandro Andrade (“El Tuerto”). Se conocía también la existencia de inmensos depósitos de dinero en Andorra, Suiza, España e Italia hechos por la pandilla de Rafael Ramírez Carreño, lo cual ha llevado a la detención de uno que otro de sus miembros, incluyendo al testaferro de Ramírez Carreño, su primo, Diego Salazar Carreño, apresado en Caracas (donde estará hoy?). Numerosos ex- funcionarios chavistas, banqueros y contratistas bien conocidos andan sueltos por el mundo gastando con abandono sus fortunas mal habidas.
Frente a este cuadro de despojos la llamada oposición venezolana agrupada en Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Avanzada Progresista y Primero Justicia, partidos liderados por Henry Ramos Allup, Manuel Rosales, Henri Falcón y Henrique Capriles ha decidido coexistir pacíficamente con el régimen. Para ellos la solución radica en la transición hacia una democracia consensuada, con la participación del chavismo destructor. Están dispuestos, como dicen, a “comer sapos”, a hacer borrón y cuenta nueva, a fin de evitar lo que llaman “una guerra civil”, así lo ha expresado Henrique Capriles. Proponen la eliminación de las sanciones estadounidenses al régimen argumentando su ineficacia, lo cual vendría a completar la entrega que ellos hacen de su deber de rebelarse contra la dictadura, un deber consagrado en la voluminosa constitución que es hoy letra muerta.
Esta oposición se ha empeñado en tratar al régimen despótico y abusador como si operara democráticamente, en un entorno político normal. De allí que, para tratar de desplazarlo, echen mano a herramientas usuales en las democracias, a pesar de que esas herramientas no sean las utilizadas o aceptadas por el régimen. Cada vez que el chavismo se siente amenazado en su posición de poder simplemente toma una decisión autoritaria, como, por ejemplo, la inhabilitación de los opositores más peligrosos, pararse de la mesa de “negociación” o alegar que es objeto de una conspiración, todo lo cual echa por tierra de un plumazo cualquier avance de la oposición.
Venezuela se ha ido convirtiendo en una sociedad de medio pelo, de baja calidad ciudadana, en la cual los habitantes han tenido que irse adaptando a condiciones de vida cada vez más humillantes y precarias. Las opciones de vida normal en el país se han cerrado generando la salida de más de un 20% de la población. Para una sociedad hasta narcisista que nunca pensó en emigrar del “mejor país y más alegre del mundo” este fenómeno evidencia el abuso al cual ha sido sometida.
El liderazgo político venezolano, con algunas excepciones, se ha entregado en manos de la dictadura, se ha resignado a coexistir con ella, aceptando el chavismo como una genuina opción política en un futuro país democrático. Esto es inaceptable para los venezolanos dignos. No es permisible jugar un papel en una sociedad democrática utilizando herramientas anti-democráticas. El chavismo perdió su derecho a participar en la vida democrática venezolana y deberá ser castigado de manera proporcional a su horroroso crimen contra la nación.
Cuando cambie el gobierno Venezuela enfrenta una batalla de inmensas dimensiones para su reconstrucción material y espiritual. En los 23 años de chavismo el país se ha venido abajo en todos los órdenes. La educación formal y ciudadana ha sido remplazada por el adoctrinamiento ideológico. Ello requerirá un programa nacional de educación ciudadana que necesitará dos o más generaciones para reconstruir el perfil del buen ciudadano sin el cual Venezuela no podrá salir del atraso. En todos los órdenes será necesaria una transformación titánica y perseverante, a fin de eliminar la profunda herida que dejara el chavismo en el alma de los venezolanos.
Para llevar a cabo esta tarea será necesario un nuevo liderazgo, extraído de aquella porción de la Sociedad Civil que no se ha entregado.