No hay asomos de que algún politólogo de los muchos que trabajan ahora en dibujarle un nuevo diseño al mundo y a la humanidad que están haciéndose y a punto de abortarse o nacer, haya escrito una línea del rol que en tal prodigio ha jugado una organización política sudamericana bautizada como “El Foro de Sao Paulo” y que ya ha hincado sus garras en Estados Unidos, la UE, el Medio Oriente y Euroasia.
A lo sumo se hace mención que fue fundada a comienzos de los 90, meses después de la “Caída del Muro” de Berlín, en la segunda ciudad de Brasil y por tres comandantes guerrilleros entrados en años de los cuales se podía esperar cualquiera cosa, menos en insistir en un fracaso que ya les había comido las dos terceras partes de su vida: Fidel Castro, Manuel Marulanda Vélez, alias “Tiro Fijo” y Luiz Inazio Lula da Silva.
Se podría pensar que los “Tres Tristes Tigres” socialistas y suramericanos estaban en Sao Paulo merodeando en busca de insertarse en el “Novo Orden” mundial que nacía, bien pidiendo subscripción en la “Internacional Socialista”, o integrándose a cualquier otro tipo de alianza que se gestara en Washington vía la OEA, pero no-¡agárranse de las manos!- proclamando que el ”socialismo estaba más vivo que nunca, que seguiría recorriendo el mundo, que la catástrofe era obra de traidores soviéticos aliados de la CIA y que lo que procedía era insistir y no cejar hasta que la filosofía de Marx, Engels y Lenin imperara en el mundo”.
Puede suponerse 32 años después la cara que pondrían los pocos asistentes al evento (entre los cuales se dice estaban los filósofos italianos, Toni Negri y Gianni Váttimo), quienes, pudieron pensar con toda justicia que en los discursos de despedida de los difuntos -por más ateos que sean- siempre es obligado hacer alusión a la imortalidad de la carne y al anuncio de un regreso del muerto desde el más allá.
Sin embargo, la afirmación que estremeció el auditorio y pasó a ser la consigna fundamental de la “resistencia” la proclamó el propio Fidel Castro y fue “que América Latina se convertiría en la nueva “Tierra Prometida” del “Socialismo” y que a partir de ese momento los partidos socialistas, comunistas y sus líderes empezarían a luchar por su restauracíon en los países que liberaron Washington, Martí, Bolívar y San Martin”.
Entre tanto en los países capitalistas y democráticos de Occidente, en los que habían respaldado a EEUU en la “Guerra Fría” contra la Unión Soviética, se celebrara el fin del comunismo, la victoria del capitalismo, el triunfo de la democracia y un filósofo norteamericano de origen japonés, Francis Fukuyama, sostenía que había llegado “el fin de la historia”.
Pero no lejos de UE y EEUU se oían aún los cañones de una guerra que recién había terminado, la del terrorismo islámico encabezado por el presidente de Irak, Saddam Hussein, contra el gobierno estadounidense que presidía George Bush, y algo peor aún, nacía una nueva guerra, la de la organización fundamentalista “Al Qaeda” que capitaneaba el jeque, Bin Laden, contra EEUU, UE y la Civilización Occidental.
En otras palabras que, la sustitución del “Choque de Clases” por el “Choque de Civilizaciones” que había profetizado en un texto que hizo historia en 1996 el filósofo de la historia norteamericano, Samuel Huntington, no era ya una teoría sino una realidad, y diversos conflictos como la “Guerra de los Balcanes” y los transcaucásicos que siguieron en los países que se desprendieron de la exUnión Soviética, vinieron a desmostrar que no había “terminado” la historia, sino que había comenzado “otra”.
Ninguno tendría más significación a futuro, sin embargo, como uno que se anunció en el propio territorio americano, a tres horas del estado norteamericano de Florida, en Venezuela, país en el cual un teniente coronel, Hugo Chávez, hizo un pronunciamiento militar intentando un golpe de estado fracasado contra el presidente democrático y constitucional, Carlos Andrés Pérez.
Unas cargas de fusilería, ataques al Palacio y a la casa presidencial, 400 muertos, resistencia hasta la mañana del 5 de febrero de 1992 y la certeza entre la multitud y algunos expertos de la historia y de la política que el rumbo de la treintona democracia venezolana, había empezado a contar sus últimos días o años.
Porque Chávez, el golpista venezolano, no era un fundamentalista islámico, ni un terrorista de las huestes de Saddam, ni venía de Sarajevo, ni de Naborno-Karabab, sino un marxista entrenado por excombatientes guerrilleros de los 60, admirador de Fidel Castro y el Ché Guevara y decidido a “convertir la cordillera de los Andes en un nuevo Vietnam”.
De modo que, ya cuando pasaba su primera semana en la cárcel, comenzó a recibir apoyos, no solo de subversivos nativos sino también norteamericanos, centroamericanos, caribeños y de sudamérica, su región natal.
En especial, recibió embajadaores del “Foro de Sao Paulo”, con quienes intercambió visiones, planes, proyectos, sueños, fantasías y dinero fresco que venía del narcotráfico que ya controlaba Marulanda en Colombia, expertos en propaganda y penetración de barrios que envió Lula de Brasil y de Cuba los primeros ofrecimientos para especializar soldados desincorporados de las FAN venezolanas para especializarlos en la guerra de guerrillas.
En lo referente a la “toma del poder”, el “Foro de Sao Paulo” recomendó a Chávez renunciar a los golpes militares, fundar un partido político civil y prepararse para las próximas elecciones presidenciales que se celebrarían el 8 de diciembre de 1998 y de las cuales tendría que salir presidente de todas todas.
En efecto, Chávez ganó la presidencia durante esa fecha y el 3 de febrero del año siguiente asumió la presidencia cambiando para siempre la historia de Venezuela, de América latina y quizá del mundo occidental.
Chávez y el “Foro de Sao Paulo” apalancaron su estrategia en cuatro pilares fundamentales: 1) Dirijir la riqueza petrolera venezolana a fundar partidos socialistas en la perspectiva de tomar el poder y corromper los democráticos para que ablandaran su oposición al asalto. 2) Disolver las Fuerzas Armadas Democráticas también corrompiéndolas. 3) Tomar la industria petrolera y su empresa fundamental, PDVSA, para que suministrara los recursos para el plan. 4) Constituir en la región bloque de países y de gobiernos socialistas y revolucionarios que enfrentaran y derrotaran al imperialismo norteamericano y sus aliados.
Como puede recordarse, era Venezuela que se llevaba al altar de los sacrificios revolucionarios, pues al adueñarse de su riqueza que en un 90 por ciento manaba del petróleo, era dejarla en la pobreza más extrema si el plan fracasaba como en efecto sucedió.
Fue repetir la experiencia que habían vivido Rusia y China cuando sacrificaron su bienestar a los delirios de Stalin y Mao y el primero hizo que el Imperio de los Zares perdiera 70 años de su historia, pero los chinos, ya en manos Deng Siap Ping se devolvieron y hoy es la segunda economía del mundo.
Venezuela, por el contrario, fallecido Chávez y en manos de Maduro, yace hoy en las ruinas, incursa en aventuras economícas bananeras como acaba de suceder con la pérsida de 3000 millones de dólares en malos negocios petroleros.
Sería largo pasearnos por los 24 años que llevan los chavistas y el “Foro de Sao Paulo” en el poder en Venezuela, pero destacando sus hazañas más notables señalaría que han emplazado dictaduras marxistas en Nicaragua, Ecuador, Bolivia, y la de Cuba, que pronto será septuagenia.
Argentina y Brasil, a los que han aplicado una receta de populismo radical suavemente socialista, los han respaldado en dos ocasiones con fichas ferreámente partidarias del “Foro…”, los esposos Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández de Kircher, a Lula da Silva quien ahora cumple dos períodos de gobierno y dando todo el apoyo posible a los dos primeros “globalistas” de la región: Gabriel Boric de Chile y Gustavo Petro de Colombia.
Pero la hazaña por la que está sonando en estos días el “Foro de Sao Paulo” es por desenganchar a América Latina del bloque de poder capitalista, occidental y cristiano que capitanean EEUU y la UE y acercarla a la nueva propuesta planetaria y humana que encabezan China y Rusia.
Los últimos sucesos llegados de Venezuela donde se sostiene que 3000 millones de dólares provenientes de exportaciones petroleras se perdieron en los mares que separan a América, Europa y Asia revelan que el gobierno de Nicolás Maduro forma parte de la alianza que busca separar a Latinoamerica de los Estado Unidos y Europa y convertirla en provedor y recepctor de la ideas, bienes y tecnología que ya nos inunda con audacias confucianas.
¿Dónde llegará todo esto? La palabra la tienen EEUU y su presidente Joe Biden quienes al parecer se están olvidando que habitan un continente que se llama América y no Norteamérica.