La OEA con Almagro: Cuando conocí al Secretario General de la OEA, Luis Almagro, me pareció una persona extraordinariamente sencilla, accesible e inteligente, con ese don y capacidad de saber escuchar y desarrollar las propuestas e ideas de la gente que entra y sale continuamente de su despacho en el piso 2, donde las ganas de hacer cosas es el tema que se impone en su slogan personal «más derecho para más gente» y que llegó sacudiendo estándares y costumbres a los que estaban acostumbrados los representantes de los Estados parte, asiduos a Secretarios Generales muy diplomáticos y poco proactivos, para darle paso a la mayor actividad en defensa de los DDHH y de los valores democráticos que haya tenido dicha organización los últimos tiempos.
Almagro ha enfrentado por ejemplo, las 3 dictaduras de América como nadie en dicha organización lo había hecho, pasando de la retórica y los comunicados a la acción. Cuatro Informes lapidarios y la conformación de un grupo de Expertos Independientes que luego de realizar varias audiencias con las victimas y ONG de DDHH determinó que el régimen venezolano había cometido Crímenes de Lesa Humanidad, informe que Luis Almagro envió personalmente a la Corte Penal Internacional y que luego fue ratificado por seis Estados parte del Estatuto de Roma, fue un trabajo inédito y valiente que además, impulsó el proceso que se lleva a cabo en dicha Corte, hoy, en fase de Investigación.
Cuba y Venezuela
Sobre las dictaduras de Cuba y Nicaragua, Almagro ha sido el único Secretario General en conformar en la propia sede de la Organización, varias conferencias sobre la situación de los DDHH en la Isla, con activistas y defensores cubanos reconocidos a los que dio voz, además de dedicar esfuerzos para visibilizar la situación que lo transformó en defensor de ese pueblo oprimido por la dictadura más longeva del mundo.
Sobre Nicaragua, luego de haber agotado las vías de conversación que Ortega fue cerrando una a una, fue Luis Almagro en Diciembre del 2018 quien inició el proceso para aplicar la Carta Democrática Interamericana en el Consejo Permanente y, desde esa fecha en adelante, ha promovido más acciones en el mismo Consejo y visibilizado y denunciado los horrores que la Dictadura de Ortega comete en otros foros e instituciones internacionales.
Su lucha por los valores democráticos en los que cree firmemente, lo ha llevado a darle prioridad Institucional a los derechos de las minorías, mujeres y niños, indígenas, personas de la diversidad sexual, afrodescendientes, etc., a fortalecer y respaldar las Misiones de Observación Electoral, incluso cuando han tratado de desprestigiarlas o han creado dudas de su capacidad e independencia; a denunciar firmemente fraudes electorales como el caso de Bolivia; a conformar Misiones en el Terreno para la Observación de los DDHH en países que han presentado déficit en sus democracias, así como también, a emplazar a los gobiernos a hacer más por los países pobres, por las comunidades desprotegidas, por la gran inmigración que cruza de punta a punta el Continente.
Fue una de las primeras figuras de América en solidarizarse con el pueblo Ucraniano, rechazando la invasión rusa, promoviendo resoluciones en el Consejo Permanente que terminaron en la suspensión de ese país como observador.
Ha sido coherente como demócrata en rechazar la injerencia de Rusia y de cualquier otra dictadura en países latinoamericanos, cosa que deberían hacer todos aquellos gobiernos que se dicen demócratas pero que por ideología o por conveniencias económicas tienen doble racero y prefieren lavarles la cara a los criminales con su complicidad. Y aquí, es cuando voy al otro punto:
La OEA sin Almagro: algunos gobiernos del continente, entre ellos el de México y Argentina han azuzado el discurso «La OEA debe desaparecer» precisamente porque el Secretario General, Luis Almagro y gobiernos de países cuyas Instituciones democráticas son estables y sólidas, como EE. UU. y Canadá, no tienen doble discurso cuando se trata de abordar los problemas del Continente.
La CELAC, organismo rescatado del olvido por Alberto Fernández y López Obrador, no tiene ni la Historia ni los mecanismos de protección del Sistema Democrático y los DDHH como sí los tiene la OEA. Por lo tanto, no tiene sustitución. A los gobiernos defensores de las dictaduras, no les gusta que los observen, no les gusta que los critiquen, no les gusta que les digan verdades que están a la vista y mucho menos que les recriminen las relaciones peligrosas que mantienen con regímenes capaces de destruir un Estado, asesinando a su población sin piedad, encarcelándolos y torturándolos.
No puedo imaginar una Secretaria General de la OEA dirigida por representantes de gobiernos que son complacientes con Vladimir Putin y Nicolas Maduro, hoy investigados por Crímenes de Lesa Humanidad en la Corte Penal Internacional, y a los que no les importa sentar junto a gobernantes demócratas, a criminales como Díaz-Canel, Daniel Ortega o el mismo Maduro.
No tengo ninguna duda de que implosionar la OEA es una meta de los dictadores y sus amigos ideológicos y convenientes en la región y en el mundo, que lo hacen aprovechándose además del malestar social que generó una pandemia mortal de la que apenas estamos saliendo, dejando a la región más pobre, y que gobiernos que ya están de salida tuvieron que asumir, con un alto costo político.
Cuando se defienden los Sistemas Democráticos y los DDHH no puede haber matices. Empieza con D y termina con A la palabra dictadura. Y América tiene tres, y al menos otros dos gobiernos cuyos gobernantes muestran su talante autocrático y el continente tiene la obligación de alertar y detenerlos a tiempo.
Las tres dictaduras necesitan demócratas trabajando para sacarlas y devolverle a su gente la libertad y el Estado de Derecho, y no cómplices y genuflexos a los que al parecer, les encanta convivir con ellas, tomando «whiskys» entre salas de reuniones.
La Responsabilidad de Proteger a la gente de criminales y dictadores es la forma en cómo los gobiernos deben cumplir con sus deberes dados en los distintos Convenios Internacionales. Luis Almagro así lo entendió y lo practica en la OEA con Almagro.
Tamara Sujú es abogado defensora de DD. HH.y delegada de WJA ante la Corte Penal Internacional