El líder de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), el principal sindicato del país, propuso este martes buscar una mediación en la crisis social por la reforma de las pensiones durante la que se dejaría en suspenso la medida más polémica, retrasar la jubilación a los 64 años.
“Hay que poner en suspenso la medida de los 64 años” y durante un periodo que podría ser de un mes o un mes y medio buscar “una mediación” para que el Gobierno y los sindicatos puedan sentarse en torno a una mesa para negociar sobre el trabajo, señaló Laurent Berger en una entrevista a la emisora France Inter.
“Hay que buscar una vía de salida” a la situación actual, subrayó Berger, que insistió en que los sindicatos no van a sentarse con el Ejecutivo de Emmanuel Macron, como ha propuesto el presidente, si tienen vetado hablar de la reforma de las pensiones.
A su parecer, esa mediación, que supondría dejar en suspenso la reforma para discutir incluso de la forma de equilibrar el régimen de las pensiones, que es el principal argumento dado por Macron para retrasar en dos años la edad mínima de jubilación hasta los 64 años, sería una apuesta “por la inteligencia colectiva”.
“Nosotros no queremos ganadores y perdedores en esta crisis social, sino salir por lo alto” y hacer bajar la tensión, afirmó.
Este martes está convocada de forma unánime por todos los sindicatos la décima jornada de movilización en casi dos meses y medio contra la reforma de Macron. Las manifestaciones del pasado jueves degeneraron en disturbios y violencia en ciudades como París, Rennes, Nantes o Burdeos.
Berger dijo temer esa violencia, que condenó “sin ambigüedades”, y aseguró que las centrales hacen lo posible para que no se materialice. Es más, hizo hincapié en que la violencia “oculta esta formidable movilización que en la mayor parte de los casos es pacífica”.
La posición de Macron y de su Gobierno para intentar salir del atolladero es mostrar disposición a negociar con los sindicatos cuestiones relacionadas con el trabajo e incluso con el poder adquisitivo, pero sobre todo no de la reforma de las pensiones, que sigue su procedimiento una vez adoptada por decreto, con su examen por el Consejo Constitucional en las próximas tres semanas.
El problema, más allá de la presión que tiene en la calle, es que su popularidad no deja de bajar. Una encuesta del instituto Odoxa para la cadena Public Sénat publicado este martes muestra que sólo el 30 % de los franceses consideran que Macron es un buen presidente, seis puntos menos que en febrero. EFE