Pero esta Semana Santa, la gobernación de Carabobo organizó y, claramente, financió lo que parece ser su absoluta prioridad: el evento musical denominado “Dracufest”. Llamó mucho la atención la presencia de artistas sumamente cotizados internacionalmente, entre ellos, el reguetonero Anuel, quién según reportan algunos medios especializados en la farándula cobra 500 mil dólares por cada espectáculo, o lo que es lo mismo, cobró por su show el equivalente a 500 bombas sumergibles de las cuales 95 pudieron haber sido instaladas en el municipio Libertador si tuviéramos un poquito de sentido común en la gobernación.
Anuel seguro no conoce algo llamado ONAPRE, ni debe tener ni siquiera alguna idea cercana de cuánto cobra un pensionado en Venezuela, de haberlo sabido quizás le hubiera dado pena cobrar sus estrafalarios honorarios a un país que vive una Crisis Humanitaria Compleja y dónde el salario mínimo no supera los 15 dólares al mes. Pero incluso la ignorancia de Anuel puede perdonarse, a fin de cuentas ese es su trabajo y esa es su tarifa, pero ¿Qué podemos decir de quién contrató y le pagó a Anuel? ¿Acaso el gobernador no sabe cuánto gana un docente adscrito a la Secretaría de Educación? ¿acaso no sabe cuánto cobra un efectivo de la Policía de Carabobo? ¿o no sabe cuánto cobran los enfermeros y médicos adscritos a INSALUD?.
Estoy convencido de la existencia de una brecha importante entre las prioridades del gobierno regional y las del conjunto de los ciudadanos. En Tocuyito, por mencionar un ejemplo cercano, hace falta ampliar la disponibilidad de servicios de consulta pediátrica y de traumatología en los centros de salud, los servicios de inmunización nos informan de escasez crónica de vacunas y no hay servicio público de ambulancia en caso de requerirse traslados de los servicios de atención ambulatoria a la atención hospitalaria. En esos aspectos si que hubiesen sido útiles los 500 mil dólares que se llevó Anuel.
El señor gobernador quizás emita algunos tweets o algunos vídeos de tik tok diciendo que fue todo un éxito el “Dracufest”, que los asistentes estaban contentos, que en el sur de Valencia la gente hasta se tomó fotos con el talentosisimo artista, pero, lamentablemente, ese dinero hará falta para las verdaderas prioridades: el agua, la salud pública, el pago de salarios decentes y muchas otras cosas.
A todas estas, ¿los alcaldes oficialistas no fueron capaces de reclamar, aunque sea tímidamente, que sus municipios carecen de los recursos que a manos llenas se usan para organizar conciertos? Pues no. De tener alcaldes que representen al vecino antes que al PSUV, otro gallo cantaría, pero tal parece que hay un concurso a ver quién es el alcalde más silencioso, ¿cómo será la estatuilla? ¿El mirón de palo de oro?
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica