A 30 años de “La Vuelta de Dios”, el momento más mágico de Ayrton Senna en la Fórmula 1

A 30 años de “La Vuelta de Dios”, el momento más mágico de Ayrton Senna en la Fórmula 1

Vuelta de honor de Senna tras ganar en Donington Park en 1993 (@McLarenF1)

 

Algunas proezas del deporte comenzaron a escribirse varios años antes de concretarse. Por ejemplo, Diego Maradona confesó una vez que en el segundo gol a Inglaterra en el Mundial México 1986 se vengó de una jugada similar contra el mismo rival que no pudo concretar en Wembley, en 1980. En el automovilismo pasó algo parecido con Ayrton Senna, que desde sus inicios se preparó para una épica conclusión que ocurrió el 11 abril de 1993. Bajo la lluvia y sin el mejor auto, superó a cuatro rivales antes de cumplir el primer giro y ganó el Gran Premio de Europa de Fórmula 1 corrido en el autódromo inglés de Donington Park. Se la recuerda como “La Vuelta de Dios” y esta es su historia.

Por infobae.com

“El karting me proporcionó muchos momentos de placer y excelentes recuerdos, nunca el manejo fue tan divertido como en el kart. Allí aprendí muchas cosas. Mucho de lo que uso en la F1 lo aprendí en kart”, reconoció una vez Senna cuando ya era una estrella. A sus cuatro años empezó con un karting de juguete. Luego su padre Milton da Silva, que tenía una pequeña fábrica metalúrgica, le construyó un karting con motor. A sus ocho años, estar arriba de ese vehículo era lo que más le hacía feliz a “Beco” como lo apodaba su familia.

Desde pequeño y aprovechando las típicas lluvias paulistas, Ayrton le pidió a su papá que lo llevara a entrenar en esa condición climática para poder adquirir sensibilidad en pista mojada. Lo hizo tantas veces que terminó siendo una obsesión y lo ayudaba el ser zurdo lo que –según él- le permitía manejar mejor. “Me resulta fácil llevar el coche con una sola mano, estoy naturalmente dotado por ser zurdo”, admitió el astro brasileño en una oportunidad en la que le preguntaron cómo hacía para conducir de esa manera.

Luego de ganar carreras en las calles de Campinas, una localidad de San Pablo ubicada a 99 kilómetros al noroeste de la capital estatal, debió medirse con los mejores jóvenes del karting en el Kartódromo de Interlagos. Se estrenó con victoria el 1 de julio de 1973. Otro 1 de julio, pero 26 años más tarde, se colocó una placa (figura 1974 de forma errónea) al lado del podio para conmemorar aquel hito.

El romance entre Senna y la lluvia continuó en Inglaterra, donde también son habituales las precipitaciones. Si no llovía, el rocío sobre el asfalto por las frescas mañanas en los campos en los cuales están la mayoría de los circuitos británicos (los conoció de memoria), también lo ayudó a seguir perfeccionando su manejo con piso mojado. En sus tres años en las islas brilló y fue campeón de la Fórmula Ford y Fórmula 3. En esa época dejó de usar en su campaña deportiva su apellido paterno, porque era un muy común para un brasileño y también era difícil de pronunciar para los británicos.

Ya con el apellido materno fue conocido como Ayrton Senna y sus primeros hitos en la F1 llegaron bajo lluvia. El 3 de junio de 1984, en su primera temporada, con el humilde Toleman, empezó a agarrarle el gustito a Mónaco, donde sigue siendo el máximo laureado con seis triunfos (con 5 se ubican Graham Hill Michael Schumacher). Bajo un aguacero brindó un show de superaciones en el que dejó atrás a campeones como el finlandés Keke Rosberg (Williams), el austríaco Niki Lauda (McLaren), y otro destacado como el francés René Arnoux (Ferrari). Quedó segundo y cuando se dispuso a superarlo al francés Alain Prost (McLaren), el director de la carrera, el ex piloto Jacky Ickx, dio por terminada la competencia con 31 de las 76 vueltas cumplidas por un tema de seguridad. Ese día el gran circo supo quién era Senna.

Luego llegó su bautismo triunfal, el 21 de abril de 1985, en el Autódromo de Estoril, Portugal, donde hizo la pole positions (mejor lugar clasificatorio) y venció con lluvia a bordo del icónico Lotus de color negro y la publicidad de la tabacalera. Venció por más de un minuto (1m02s978/1000) sobre el italiano Michele Alboreto y su Ferrari. Fueron los únicos que terminaron con el total de vueltas.

Si bien existen los neumáticos para lluvia, esos que llevan surcos para que pase el agua, el conducir con piso mojado siempre es complicado para la mayoría de los mortales por la falta de adherencia al asfalto, lo que genera una pérdida de tracción y por ende, menos velocidad. Además, se suma el llamado “aquaplaning” que es cuando el neumático pierde contacto con el asfalto y el auto deja de responder al volante. Pero en ese ámbito Senna siempre se movió como pez en el agua y por algo también fue conocido como el “Rey de la Lluvia”.

Luego de ganar sus tres títulos en la Máxima 1988, 1990 y 1991, para 1993 se reeditó el duelo con Prost, que tras un año sabático volvió y se incorporó a Williams, la escudería que en ese momento contaba con el mejor auto y motor (Renault) y venía de aplastar con Nigel Mansell. Hacia fines de 1992 Honda dejó de motorizar a McLaren y para el nuevo campeonato la escuadra inglesa tuvo impulsores de Ford. Ayrton hizo lo que pudo con un medio mecánico inferior al de Prost, pero igual se encontraron en pista en algunas ocasiones y una de ellas fue en Donington.

Allí el Profesor hizo la pole positions seguido de su compañero, Damon Hill, y otro joven que ya era ganador y asomó con pasta de campeón, Michael Schumacher, con su Benetton. Senna logró el cuarto mejor registro, pero la lluvia que cayó desde la mañana y que siguió al momento de la carrera fue su carta ganadora. Fue una largada llena de tensión en la que Ayrton partió mal y fue superado por el austriaco Karl Wendlinger con el Sauber motorizado por Mercedes, en la vuelta de la casa alemana a la F1 luego de 38 años.

Wendlinger superó a Schumacher, pero en la segunda curva Senna ya dio cuenta del alemán y antes de llegar a la cuarta variante dejó atrás al austriaco. Su siguiente “víctima” fue Hill y usó la misma estrategia: le redujo diferencia aprovechando su pericia con el piso mojado, le puso el auto a la par antes de doblar y ahí ejecutó su superación.

Lo mejor llegó al final, ya que el que adelante estuvo Prost. Los corazones se paralizaron ya que algunos de sus antecedentes juntos fueron de alto voltaje. Se le acercó en las curvas siguientes y antes de llegar a la Horquilla Melbourne (un giro en “U”) le puso el auto por el lado interno al francés, que supo que su rival tuvo la cuerda y nada pudo hacer. Senna dobló allí primero y quedó primero a solo una curva de completar la primera vuelta.

“El minuto inicial había sido impresionante, pero de alguna manera se sentía que la carrera ya había terminado. Este fue Senna en su momento más majestuoso. Su conducción me pareció hipnotizante, de principio a fin, pues parecía contener todas las cartas a las que la mano de un piloto de carreras puede aspirar. Fue la victoria más consumada que se pueda lograr”, escribió Nigel Roebuck para Autosport en su crónica de aquel día, en un testimonio consignado por Motorsport.

Después de cuatro rondas, Senna le sacó 7 segundos a Prost, aunque la pista se comenzó a secarse y la diferencia se redujo. Se formó la huella y Ayrton ingresó a los boxes para poner neumáticos slicks (piso seco) y luego de 18 de las 76 vueltas y tuvo una ventaja de 5s1 sobre Prost. Otra vez se llegó la lluvia y nuevamente debieron entrar a cambiar por gomas para asfalto mojado, pero las inclemencias obligaron a otras dos detenciones debido a que la pista se secó y luego la lluvia se hizo presente por última vez.

Senna se mantuvo adelante mientras que Prost tuvo un retraso en una de sus paradas en la que se le paró el motor. Cayó al cuarto puesto y recuperó una posición. Ayrton venció -otra vez- por más de un minuto: le sacó 1m23s199/1000 a Hill y solo ellos terminaron en el total de vueltas.

“Estoy sin palabras, ¡realmente estoy en la luna! Condiciones como esta son apuestas, y es el tomar riesgos lo que vale la pena. Creo que apostamos bien y obtuvimos el resultado”, contó Senna luego de la carrera.

“Al principio decidí apostar de verdad, antes de que los Williams tuvieran tiempo de asentarse. Ellos tienen superioridad técnica y sentimos que esta era la mejor táctica. Y entonces ocurrieron tantas cosas que me cuesta recordar. En la parada lenta en boxes algo salió mal en la rueda trasera derecha, pero esos muchachos (sus mecánicos) están realmente bajo presión. Son carreras de autos”, agregó.

“No sé cuántas veces nos detuvimos por los neumáticos, seguramente fue el récord de paradas en boxes. Conducir con slicks en condiciones húmedas y muy resbaladizas fue un esfuerzo tremendo, no obtienes el feeling del auto y tienes que comprometerte en ciertas curvas, y te puedes salir”, subrayó.

Fue su segunda victoria en tres fechas disputadas y pasó a liderar el campeonato en la primera parte. Tras dos victorias de Prost y un nuevo festejo de Ayrton en Mónaco (su último en el Principado) se mantuvo la expectativa de una posible lucha por el título, algo que no pasó debido a la supremacía del coche del Profesor.

En su década en la F1 Senna consiguió 41 victorias, 65 poles positions (récord batido por Michael Schumacher en 2006) y 19 récords de vueltas. Falleció el 1 de mayo de 1994 luego de un accidente la Curva Tamburello del Autódromo Enzo y Dino Ferrari, sede el Gran Premio de San Marino.

Aunque ese triunfo en Donington, donde él había transitado muchas veces en las categorías menores, lo marcó para siempre. “Fue una carrera como en los viejos tiempos, con fuerza, desde el corazón. Tenía que ser inteligente sobre cuándo apretar el ritmo, y cuándo contenerme. Fue una carrera fantástica. Estoy feliz por todos nosotros. No sólo por mí, sino por el equipo y el personal. Fue un sueño. Dios sabe, y cuando quiere algo, entonces nada puede detenerlo”, admitió sobre el condimento espiritual para esa gesta, algo común en el por su creencia. Una vez contó que “hablaba con Dios” en la curva de Eau-Rouge del Autódromo de Spa-Francorchamps, una de las más espectaculares de la F1 por su velocidad.

Esa carrera, pero en especial ese arranque, quedó en la historia porque Ayrton hizo algo que pareció imposible. Bajo la lluvia tuvo todo el Gran Premio para poder ganarlo aprovechando su facilidad para poder manejar en piso mojado. Pero el recordado astro brasileño fue por más y otra vez dejó su sello en lo que la F1 y los fanáticos bautizaron como “La Vuelta de Dios”. Sea por su magistral manejo o por la ayuda divina, ese día Senna volvió a escribir otra página de sus leyendas.

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