El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) envió comunicaciones a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a sus Relatorias de Venezuela y Personas Privadas de Libertad; al Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y al Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH) para informar sobre la muerte del boxeador Robert Alexis Bolívar Galán, de 30 años de edad, en los calabozos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de Maturín, estado Monagas.
Así lo informó Humberto Prado, defensor de derechos humanos y director del OVP, quien añadió que dentro de las comunicaciones también se refirieron a la gravedad de las condiciones de los calabozos policiales, caracterizadas principalmente por las prácticas contrarias a los derechos humanos y las graves condiciones de reclusión que acechan a las personas privadas de libertad.
Además, Prado se refirió a la responsabilidad de los organismos gubernamentales en torno a la muerte del joven boxeador, cuyos familiares clamaron por una medida humanitaria que jamás fue concedida.
La inoperancia de la jueza de ejecución y de instituciones como el Poder Judicial, el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo han contribuido en gran medida a que los centros de detención preventiva en Venezuela se hayan constituido como cárceles paralelas, arrastrando consigo los problemas no resueltos del sistema de justicia penal.
En ese sentido, cabe recordar que los calabozos son de permanencia transitoria y su naturaleza está destinada para tal fin, contando con una capacidad mínima para albergar personas detenidas entre tanto se espera el trasladado estipulado para la celebración de la audiencia de presentación ante un juez de control, lo cual debe ocurrir en un plazo no mayor a 48 horas.
Sin embargo, en todo el territorio nacional hay miles de presos, incluso con sentencia firme como Robert Alexis, quienes permanecen hacinados en los centros policiales y sobreviviendo a la escasez de alimentos, corrupción, retardo procesal, incumplimiento de la atención médica, deplorables condiciones de salubridad, falta de separación de categoría de los reclusos, posesión de armas y violencia, solo por mencionar los de mayor relevancia.
El caso del boxeador fallecido
Robert Alexis Bolívar Galán, atleta de alto rendimiento y padre de una niña de 3 años, resultó detenido cuando pesaba 98 kilos, pero el 1 abril murió con tan solo 56 kilos y víctima de tuberculosis en los calabozos del CICPC.
Robert fue condenado a 6 años y 8 meses de prisión, pero en vez de ser trasladado a un recinto penitenciario como lo establece la ley, fue ingresado a una celda de 10×5 metros junto a otros 276 detenidos en la sede del CICPC en Maturín.
En esas oscuras y frías celdas, los presos deben turnarse para dormir un par de horas cada uno. Aunque a veces ni siquiera pueden descansar porque se sienten asfixiados por el hedor que emana del baño compartido, y que deben soportar incluso cuando comen.
Los padres de Robert relataron al equipo del OVP que ellos nunca abandonaron a su hijo y todos los días le llevaban comida. Podían verlo cada 15 días durante 5 minutos, suficientes para observar cómo estaba sufriendo.
“La jueza solo decía que estaba bien, que él no tenía nada”, comentó Libis Galán, madre del joven fallecido, quien también recordó que el joven boxeador fue trasladado en distintas ocasiones a un centro asistencial donde solo lo hidrataban, le inyectaban un Diclofenac y lo mandaban de vuelta a los calabozos porque no querían tener a un preso en sus instalaciones.
“Llevamos al menos 10 escritos a la jueza. Mi hijo le escribió una carta contando todo, yo le escribí, los abogados públicos hicieron las peticiones y hasta el comisario de esa delegación, al darse cuenta que mi hijo podía morir, le mandó fotos y videos de su estado. Ella decía que todo era mentira, que él estaba bien. La jueza le negó el derecho a la salud y a la vida a mi hijo, ella lo condenó a morir”, sentenció la madre de Robert.
El 28 de abril, con 42 kilos menos de los que había ingresado tan solo meses atrás, el joven fue trasladado hasta el Hospital Dr. Manuel Núñez Tovar de Maturín.
Tenía las plaquetas en 43 y la hemoglobina en 4. La madre aseguró que tuvo un cuadro de pancitopenia y, según le explicaron los médicos, el número de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas en la sangre, era más bajo de lo normal.
“Nosotros como padres hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, pero Robert murió a las 2:00 de la tarde del 1 de abril. No pudo luchar más”, puntualizó su madre.
Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones