El cantante mexicano Luis Miguel suele ser noticia por sus valiosos aportes al mundo de la música y el espectáculo. No obstante, días atrás, reapareció en público tras un tiempo de descanso, y las repercusiones sobre su estado de salud no demoraron en llegar. El artista fue captado por las cámaras en un aeropuerto junto a su pareja, Paloma Cuevas, mientras se iban de vacaciones a la ciudad de Marbella, en España.
Por infobae.com
En aquella ocasión, no pocos advirtieron que al “Sol” de México se lo veía físicamente más esbelto que en años anteriores, aunque demasiado delgado y con las arrugas del rostro excesivamente marcadas. Enseguida, llegaron las sospechas sobre su radical cambio de aspecto.
De acuerdo con lo consignado por medios mexicanos, el músico logró bajar más de 20 kilos con un régimen alimentario de ayuno intermitente, una técnica que le dio resultados pero que no recomienda para los demás, según indicó Popular News Online.
En el año 2015, durante un concierto que ofreció en México para la gira “Deja Vu Tour”, se hizo viral una fotografía del cantante que contrastaba con el excelente estado físico que tuvo a lo largo de su carrera. Desde entonces, algunos focos de atención suelen apuntar a su peso. “La gente no sabe hasta qué punto la obesidad es una enfermedad. Es inquietante dar esa información y la gente no lo sabe. Hice ayunos intermitentes de 36 horas; esto me funcionó a mí pero no es recomendable para todo el mundo”, habría objetado Luis Miguel, según el programa televisivo El Hormiguero, que se emite en España.
De qué se trata el ayuno intermitente y qué sugieren los expertos
El ayuno intermitente gana cada vez más adeptos como un recurso efectivo para bajar de peso. Sin embargo, desde hace años que este tipo de dieta genera un intenso debate académico entre los expertos en nutrición, con detractores y defensores.
Esta dieta propone, a grandes rasgos, ingerir alimentos durante un corto período de tiempo y ayunar entre 16 y 18 horas diarias, y postula que esta restricción horaria puede desencadenar un cambio metabólico en el organismo y, así, favorecer el adelgazamiento.
El reconocido nutricionista argentino Alberto Cormillot analizó en diálogo con Infobae: “Este tipo de dieta es una manera moderna de lo que siempre se conoció como saltear comidas. Sencillamente, no funciona porque las personas cuando van a hacer un día de ayuno o medio día hacen una comida preventiva, es decir que comen menos antes y después comen más para compensar todo lo que no comieron. Además, se ha comprobado desde el punto de vista científico la conveniencia de comer repartido durante el día, por lo menos cuatro veces”.
Para Cormillot, “el ayuno intermitente no es una novedad. Muchos nutricionistas recomendaban el régimen de restricción horaria en los años ‘70, pero se dejó de utilizar en la década del ‘80 por la baja efectividad en la mayoría de los pacientes”.
Sin embargo, Cormillot señaló que, en algunos casos, esta dieta puede ser útil. “La Asociación Americana de Corazón, que es muy poderosa y muy seria, y cuando digo muy poderosa me refiero a científicamente y con datos duros que realmente son confiables, publicó un trabajo que dice que el ayuno intermitente, si una persona se siente más cómoda dejando varias horas sin comer y eso la ayuda a regular su alimentación, es una cosa que se puede hacer siempre y cuando se tengan en cuenta algunos parámetros”.
“Es decir que si la persona va a comer más —siguió Cormillot— ya sea en el día o en el día anterior o en el día posterior, el ayuno intermitente es posible que no le sirva. Pero si va a comer menor cantidad, es posible que le ayude y puede llegar a ser una buena alimentación si, además, consume los distintos grupos de alimentos, como son las frutas, verduras, las proteínas e, incluso, consume los frutos secos. O sea, el ayuno intermitente no excluye que uno tenga que hacer una buena calidad de comida. El tema es si uno lo puede seguir o no”.
Por su parte, la nutricionista Romina Pereiro consideró en diálogo con Infobae: “Científicamente, está demostrado que las dietas con un inicio y un final no son efectivas en el mediano y largo plazo. Es muy difícil sostenerlas, no se hace foco en mejorar hábitos y luego llega el efecto rebote. Además, nadie puede vivir restringiendo alimentos. Y ni hablar de cuando no se planifican los alimentos que más nos gustan. La privación de calorías genera un reajuste del cerebro, que interpreta la situación como peligrosa y comienza a funcionar en modo ahorro”.
Pereiro ya había planteado en Infobae que, “con el ayuno intermitente, al proponer un patrón diferente al que estamos acostumbrados, lo primero que manifiestan las personas son ataques de hambre e irritabilidad con impacto emocional y del comportamiento. Esto sucede porque cuando restringen mucho los alimentos es difícil sostenerlo en el tiempo sin generar el efecto contrario: un mayor descontrol, desinhibición de impulsos y emociones negativas. Y en ciertas personas, se corre el riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria”.
Pereiro postuló que, en rigor, los cambios de hábitos son los que permiten bajar de peso y sostenerlo en el tiempo. Por lo tanto, la obesidad y el sobrepeso no son trastornos que se curen dejando de comer durante más o menos tiempo. “La obesidad necesita un tratamiento integral que incluya educación alimentaria, actividad física, el manejo de las emociones y que contemple también el placer que nos provoca disfrutar las comidas que más nos gustan. No se trata de sufrir y pasar hambre. El hambre es una grave problemática social, no una medida terapéutica para adelgazar”, sostuvo la experta.
En otro punto del debate se ubican expertos que ponderan la restricción calórica a intervalos de tiempo como un tipo de hábito de alimentación. Entre ellos se destaca el doctor David Sinclair, codirector del Centro Paul F. Glenn para la Biología de la Investigación del Envejecimiento en la Escuela de Medicina de Harvard.
En los últimos 15 años ha centrado su investigación principalmente en las sirtuinas, enzimas que responden a niveles cambiantes del ADN y a la restricción calórica con intereses asociados al metabolismo energético, el aprendizaje, la memoria y la neurodegeneración. Según el experto, poner al cuerpo en “modo escasez” retrasa el envejecimiento y nos vuelve más saludables.
En cuanto a la ingesta calórica, recomendó comer tres veces al día y alejarse de la mala costumbre del “picoteo” durante el día, porque entonces el cuerpo “está en modo abundancia, no supervivencia. Engañar al organismo haciéndole creer que está en tiempos difíciles, con ayuno y ejercicio, es la manera idónea para sentirnos mejor”, afirmó.
En una reciente entrevista, señaló que cuidar la piel sería una de las claves del antienvejecimiento junto una buena nutrición a base de verduras. “Yo, además, bebo mucha agua e intento no comer más de dos veces al día. De hecho, si puedo hacerlo solo una vez, mejor. Saltándote comidas tu cuerpo lucha contra el envejecimiento”, reveló el especialista de Harvard.