Qué es un Jubileo, la celebración de papas y reyes que tiene origen en el Antiguo Testamento

Qué es un Jubileo, la celebración de papas y reyes que tiene origen en el Antiguo Testamento

El Papa Francisco abre la Santa Puerta en la Catedral de Bangui en la República Centroafricana. Por primera vez un sumo pontífice inauguró un Año Santo fuera de Roma (Grosby)

 

Cada 25 años, la Iglesia católica romana celebra los “Jubileos” o “años Santos”. También hay años santos particulares, como en Santiago de Compostela, el monasterio de Santo Toribio de Liébana, Caravaca de la Cruz, Urda y Valencia (técnicamente denominados “in perpetuum”). Y existen algunos extraordinarios, como el que anunció el Papa Francisco el 13 de marzo del año 2016 bajo el nombre de “Año Santo de la Misericordia”, convocado por medio de la bula “Misericordiae Vultus” publicada el 11 de abril de 2015. Y lo hizo con estas palabras: “…Por esto he decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la Misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia, lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: ‘Seamos misericordiosos como el Padre’. (…) Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la Misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo. Lo confiamos a partir de ahora a la Madre de la Misericordia para que dirija a nosotros su mirada y vele en nuestro camino”.

Por infobae.com

Aunque el “Año de la Misericordia” se iniciaba oficialmente el 8 de diciembre, el papa Francisco abrió la “Puerta Santa de la Catedral de Bangui” en la República Centroafricana el 29 de noviembre de 2015, como un importante gesto para alentar la paz en este país y el mundo. Fue la primera vez que un pontífice realizó este gesto fuera de Roma y en un templo distinto a las basílicas papales de la Ciudad Eterna.

Un año jubilar también puede suceder dentro del ámbito secular. Puede ser un aniversario especial por razones personales; un aniversario específico que cumpla un periodo de tiempo determinado y también una temporada completa de celebración. Un jubileo es un evento para celebrar el 25, 40, 50, 60 o 70 aniversario, por ejemplo. En el ámbito secular son las monarquías una de las instituciones que siguen valorando y celebrando este suceso, ya que ha sido una tradición que se ha conservado a lo largo de los años. En este evento se celebra al monarca, dependiendo de la cantidad de años que lleve en el trono. Recordamos, por ejemplo, el jubileo de platino de la reina Isabel de Inglaterra quien cumplió el 6 de Febrero de 2022 sus 70 años en la corona. También en ámbito personal, los cumpleaños que se celebran a cada década remiten a estos festejos.

Pero volviendo al tema inicial, los jubileos poseen un origen en el Antiguo Testamento, más precisamente en Levítico 25, 8-12 ss: “Contarás también siete semanas de años para ti, siete veces siete años, para que tengas el tiempo de siete semanas de años, es decir, cuarenta y nueve años. Entonces tocarás fuertemente el cuerno de carnero el décimo día del séptimo mes; en el día de la expiación ustedes tocarán el cuerno por toda la tierra. Así consagrarán el quincuagésimo año y proclamarán libertad en la tierra para todos sus habitantes. Será de jubileo para ustedes, y cada uno de ustedes volverá a su posesión, y cada uno de ustedes volverá a su familia. Tendrán el quincuagésimo año como año de jubileo: no sembrarán, ni segarán lo que nazca espontáneamente, ni vendimiarán sus viñas que estén sin podar. Porque es jubileo, les será santo. De lo que produzca el campo, comerán”

Los judíos observaron esta práctica con mucha exactitud en un comienzo, pero no la siguieron después, como lo notan sus doctores en el Talmud, quienes aseguran que no hubo más jubileos en tiempos del segundo templo.

La Iglesia católica retomará esta tradición perdida. Fue el papa Bonifacio VIII en el año 1300, quien declaró el primer “Año Santo” y “Año de Perdón de los pecados”. Era la celebración del jubileo por el cual se concedía la indulgencia plenaria a cuantos acudiesen a Roma para visitar los grandes santuarios de San Pedro y San Pablo, lo que motivó una movilización de fieles sin antecedentes por su número. La duración del Jubileo es de un año calendario, y en esa oportunidad, la ciudad de Roma se vio rebalsada en todo sentido. Para poder llegar desde la ciudad al Vaticano, había un solo puente, el “Ponte Sant´Angelo”, y el Tíber no se podía cruzar en barcazas debido a la fuerte corriente del río. El puente es angosto, y muchos (por no decir cientos) cayeron del mismo y murieron ahogados. Esto hizo que el mismo papa Bonifacio VIII extendiera la indulgencia del año santo y la remisión ante Dios de la pena temporal correspondiente a los pecados ya perdonados a todos los que fallecieron intentando llegar a Roma con el fin jubilar.

El inicio de este primer año jubilar quedará plasmado en un fresco realizado por Giotto en la basílica de san Juan de Letrán, en el cual se muestra al papa Bonifacio VIII durante la celebración del Jubileo del año 1300, bendiciendo a la multitud desde la logia de la basílica laterana; flanqueado por un clérigo y un cardenal que quizás sea Francesco Caetani y fuera del dosel papal.

Declarar un jubileo cada 100 años podía significar que muchos nunca pudieran obtener las gracias de las indulgencias durante su vida, dado que la expectativa de vida era de no más de 40/45 años por aquellos tiempos. Esto hizo reflexionar al papa Clemente VI y emprendió una reforma en este tiempo que se pensó demasiado extenso entre jubileo y jubileo. Pero a causa del cisma de occidente, cuyo iniciador fue el fraile agustino Martin Lutero, los papas Urbano VI, Bonifacio IX y Gregorio XII acotaron los años santos cada 50 años. De hecho, Urbano VI lo promulgó para el año 1390.

Desde el año 1475 los Jubileos se realizan cada veinticinco años. Sixto IV, para hacer converger todo el mundo católico en Roma suspendió, durante el período jubilar, todas las indulgencias plenarias fuera de esa ciudad. Fue utilizada la nueva tecnología de la imprenta, descubierta en el año 1444 por Gutemberg: las Bulas jubilares, las instrucciones para la jornada del peregrino y las oraciones que se debían recitar en los lugares sagrados fueron presentadas, por primera vez, en modernos caracteres impresos. Por otra parte, a partir de este Jubileo, entró en uso la sencilla y significativa denominación de “Año Santo” que ha llegado hasta nuestros días.

El Papa Alejandro VI, que la noche de Navidad del año 1499 inauguró solemnemente el Jubileo, añadió un nuevo rito: la apertura de una Puerta Santa en la Basílica de San Pedro. El Papa quiso, además, que la apertura de las puertas santas se realizara en cada una de las cuatro basílicas mayores romanas establecidas para la visita jubilar: San Pedro del Vaticano, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor.

El hecho de atravesar la “puerta Santa” está pleno de simbolismos. El sumo pontífice toma un martillo y da tres golpes diciendo una fórmula que se inicia con las palabras: “Aperite mihi portas justitiae, ingressus in eas confitebor Domino” (“Abran las puertas de la justicia; entrando por ellas confesaré al Señor”). Se derriba la mampostería que cierra la puerta y después el Papa se arrodilla delante de la puerta, mientras los penitenciarios de San Pedro la lavan con agua bendita. Luego, tomando la cruz, empieza el canto del Te Deum y entra a la Basílica junto con el clero. El mismo Papa designará a los cardenales que abrirán las puertas en las otras basílicas papales, o será él mismo quien lo hará.

No todos los cristianos podían viajar a Roma, así que el papa Juan Pablo II, con la declaración del Año santo de la Redención (en el 2000) mediante la carta apostólica “Tertio Millennio Adveniente”, extendió la indulgencia a cualquier diócesis o arquidiócesis en las catedrales del mundo y en los templos que el obispo del lugar designara como iglesia para lograr la indulgencia del año santo.

Los años santos particulares “in perpetuum” son, como señalamos al comienzo de esta nota, Santiago de Compostela, el monasterio de Santo Toribio de Liébana, Caravaca de la Cruz, Urda y Valencia.

Y cada uno tiene su particularidad. En el caso de Santiago de Compostela, la ciudad celebra su año santo cuando el 25 de julio cae en domingo. Esto sucede en una cadena periódica de 6-5-6 y 11 años. La indulgencia de este año jubilar se otorga a aquellos fieles que visiten la Catedral de Santiago, acudan a misa y reciban los sacramentos de la comunión y la penitencia antes de que pasen 15 días de su asistencia al templo. El último año santo fue en el 2021. Fue el único año santo en la historia que duró dos años calendario, a causa de la pandemia del Covid 19.

El origen del Año Jubilar Lebaniego se remonta a 1512, cuando se llevó a cabo la primera celebración concedida mediante bula por el pontífice Julio II. Tiene lugar en el monasterio de Santo Toribio de Leíbana (Cantabria) cuando la fiesta de Santo Toribio (16 de abril) cae en domingo. El motivo de esta celebración es que el municipio alberga el pedazo más grande de la cruz en la que Cristo murió.

En 1981 se celebró el Primer Año jubilar en Caravaca de la Cruz. Fue consecuencia de la celebración del 750 aniversario de la existencia de la tradición de la aparición de la Cruz en esa localidad, que se irá repitiendo de forma ininterrumpida cada siete años.

El Jubileo del Santísimo Cristo de Urda se celebra desde 1994, cuando el 29 de septiembre cae en domingo.

El de Valencia fue aprobado en 2014 por el papa Francisco en honor al Santo Cáliz y se celebra cada 5 años

Luego existen declaraciones de años santos o jubilares extraordinarios por diversos motivos particulares para diversas diócesis, como fue en Ávila (España) con motivo del IV Centenario de la canonización de santa Teresa, etc…

Pero los dos grandes años santos a nivel mundial serán el 2025, dado que ya habrán pasado 25 años del anterior, cuyo lema será: “Peregrinos de la esperanza”; y el año santo extraordinario del año 2033, al conmemorar los dos mil años de la muerte de nuestro Señor Jesucristo.

Como vemos, cada año santo o jubilar trae para los fieles católicos una esperanza renovada y un impulso nuevo en las prácticas de su fe, impulsadas por las acciones que conllevan la preparación y las celebraciones de estos tiempos especiales dentro del catolicismo.

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