“El Mago León”, un ilusionista venezolano de 52 años, pega una paloma blanca de papel sobre un rectángulo con fondo negro ante decenas de niños en el auditorio de un centro de aprendizaje de inglés. Tras su cuenta de 3, los pequeños gritan “¡abracadabra!” y, enseguida, un ave real aletea hasta su mano.
Por Gustavo Ocando Alex / vozdeamerica.com
Es uno de los trucos que más aplausos y asombro ha generado en su espectáculo de este viernes, de unos 20 minutos de duración, con el que la municipalidad quiso cerrar las terceras olimpíadas escolares de deletreo de Maracaibo.
Minutos antes, rearmó un corazón de papel rojo que una niña que llamó de entre el público había roto en pequeños pedazos. También, intacto, hizo reaparecer en un recipiente encendido en fuego un globo con forma de perro que también había explotado con su pie para generar risas a los asistentes.
César José León Albornoz, alias “El Mago León”, tiene 20 años de experiencia. Un truco de mentalismo matemático que le hizo un compañero de clases en sexto grado le despertó una pasión que luego, a sus 30 y tantos años, se convertiría en su profesión.
Formado en cursos y academias de Argentina, Ecuador, Perú, Panamá, República Dominicana y su natal Venezuela, el artista cuela mensajes a favor de la amistad, la familia y Dios entre sus trucos.
“No les digo adiós, sino hasta luego, recordándoles que la magia existe en sus corazones”, comenta, poco antes de que un conejo diminuto de pelaje blanco aparezca dentro de una caja morada tras la invocación de otro niño del público.
Video VOA
Maracaibo, capital del estado de Zulia, vive azotada por apagones, la escasez de gasolina y fallas del agua potable. La última noticia local es que la mala calidad del combustible provocó el incendio de más de 10 vehículos solo en abril.
Esos momentos de magia, chistes y algarabías parecen bálsamo en un país en crisis: Venezuela tiene de las mayores inflaciones del mundo, su maltrecha democracia es objeto de debate mundial y las ONG consideran que atraviesa una emergencia humanitaria. Nada de ello se recuerda en la función del “Mago León”, un venezolano que, años atrás, se dedicaba al comercio y las ventas.
“En un país con crisis, la magia trae cosas positivas. Cuando un niño o un adulto ven un show, se entretienen, sonríen. Ven que lo imposible se hace posible”, había contado el artista venezolano antes de subir al escenario.
El impacto de la diáspora
Venezuela era considerada una de las cunas latinoamericanas de grandes magos. Solía tener representación en los congresos, festivales y espectáculos de primera línea de ese arte en América y otros continentes.
En Caracas, la capital, a 700 kilómetros de distancia de Maracaibo, existían academias de ilusionismo e incluso se abrieron varias sociedades del gremio.
Solo permanecen abiertas algunas ventas de trucos de magia, bromas divertidas, accesorios y maquillajes, como La Casa Mágica, inaugurada en 1952.
Pero el país de la riqueza petrolera que presumió alguna vez de tener una de las poblaciones más felices del mundo se transfiguró en una nación en aprietos.
Al menos 7,2 millones de venezolanos han emigrado desde principios de siglo por el deterioro de las condiciones socioeconómicas y políticas, especialmente en años recientes, según la plataforma para refugiados y migrantes R4V.
Maestros y aprendices son parte de esa diáspora. “El Mago León” calcula que 8 de cada 10 magos profesionales emigraron. “Había magos muy buenos que ya no están”, dice a la Voz de América.
Luis Otero, considerado el mejor cartomago de Venezuela y uno de los mejores del mundo, jurado en concursos de magia, emigró. “El Gran Henry”, otro profesor del gremio, se mudó a Europa.
Winston Fuenmayor, un experto en trucos con cartas que se dio a conocer en redes sociales, se hizo famoso hace 3 años en el concurso America’s Got Talent. Este veinteañero se convirtió en uno de los magos más notables de Venezuela.
“Seguimos luchando”
La crisis no deja de impactar a la magia en Venezuela, admite León, quien cuenta que artistas como él deben ahora importar los “consumibles” de sus actos desde Argentina, Estados Unidos o Colombia.
No solo se han marchado sus maestros y amigos. Ya no existe la tienda de magia donde compró su primer mazo de cartas y un DVD explicativo de los trucos, a los 35 años, cuando decidió encumbrarse profesionalmente a las ilusiones.
Aun así, artistas como “El Mago León” prevalecen en Venezuela con espectáculos y “risoterapias” en escuelas, actos de la municipalidad, fiestas familiares, inauguraciones de negocios y reuniones empresariales.
“Las redes sociales son una herramienta poderosa, pero no es lo mismo que ver la magia en vivo”, opina León, vestido con camisa y pantalón oscuros y un saco azul eléctrico, como lo estila para sus actos.
En 2021, reeditó en Maracaibo su show Explosión de Magia, donde participaron hasta 8 magos en escena al mismo tiempo. Junto a otros 2 colegas, también recorrió escuelas de la ciudad con un “festival mágico” durante 15 días.
“Hoy, mi cantidad mínima de shows en un mes es de 50. Hace ocho años, eran 70 o 75, pero en mis primeros cuatro años solo eran cinco shows. Seguimos luchando”, asegura, esperanzado en que tanto su arte como Venezuela recuperen no solo el brillo de tiempos mejores, sino también lo que valora como lo más valioso: su gente.