El Tribunal administrativo de Berlín rechazó hoy la demanda presentada por el excanciller alemán Gerhard Schröder después de que se le retirara la asignación para los gastos de su oficina, por considerar que no le asiste el derecho a tener un despacho en el Bundestag (Parlamento).
El político había presentado un recurso contra la decisión de la comisión presupuestaria del Bundestag que en 2020 suprimió las asignaciones públicas, en medio del alud de críticas sobre el exjefe del Gobierno por sus vínculos con el presidente ruso, Vladímir Putin.
La administración del Parlamento le quitó así algunos privilegios derivados de su condición de excanciller, entre ellos la dotación del personal y mantenimiento de su oficina, cuyos gastos ascendieron el año pasado a 419.000 euros.
Schröder, abogado de profesión, optó por recurrir y argumentó que ni siquiera se habían escuchado sus alegaciones contra esa decisión.
El político, quien presidió el Partido Socialdemócrata (SPD) entre 1999 y 2004 y ocupó la cancillería de 1998 a 2005, es una figura controvertida por sus vínculos con Putin, puntal de la dependencia energética de Alemania respecto a Rusia, que Berlín tuvo que cortar drásticamente tras la invasión de Ucrania.
La cúpula de su partido le instó reiteradamente desde entonces a romper su relación con el líder del Kremlin y incluso se activaron distintas iniciativas por parte de agrupaciones locales para suspenderlo como militante, finalmente rechazadas por la comisión de arbitraje del SPD.
El político socialdemócrata ha “lamentado” en sucesivas declaraciones la guerra en Ucrania, aunque sin condenar a Rusia, y ha defendido su relación con Putin.
En sus tiempos en la cancillería, Schröder dio al presidente ruso rango de aliado político y amigo. Fruto de esos lazos fue la construcción del gasoducto germano-ruso Nord Stream, acordada entre Berlín y Moscú en 2005, poco antes de ser apeado de la Cancillería por la conservadora Angela Merkel.
Unos pocos meses después de esa derrota, pasó a ocupar ya puestos en consejos de administración relacionados con el gasoducto y otras empresas estatales controladas por el Kremlin.
Esta supuesta “puerta giratoria” fue ya un asunto complejo para el SPD entonces y se agravó ahora a raíz de la guerra de Ucrania.
En mayo del año pasado y en medio de fuertes presiones, renunció a sus cargos en el consorcio petrolero ruso Rosneft, cuyo consejo presidía desde 2017, y también a su nominación para ingresar en el de Gazprom.
EFE