Nicolás Maduro se ha convertido en el adalid del neoliberalismo. No es de extrañar, tenía dos alternativas, una, seguir a Corea del Norte y a Cuba con su modelo de dictadura comunista, o emular a China y a Rusia, con su modelo de dictadura neoliberal.
Para darle un mínimo de credibilidad a esta afirmación, vamos a describir las políticas económicas del país y a compararlas con los lineamientos del “Consenso de Washington”, termino acuñado por el economista británico John Williamson, en 1989, donde se plantea la receta liberal en su más depurada esencia.
Tasas de cambio libres y flotantes: En Venezuela el gobierno ha perdido total control sobre el tipo de cambio. Antes dominaban los RECADI y los CADIVI. No solo eso, sino que hay libertad de transacciones en múltiples monedas, del dólar en la región central, el peso colombiano en toda la frontera occidental, el real brasileño y el oro en Guayana, el dólar trinitense, en Oriente, además del rudimentario trueque en casi todas las regiones del país.
Liberación de tasas de intereses: En la economía venezolana esta variable deja de tener importancia, por la sencilla razón de que no hay crédito, y no hay crédito, porque no hay ahorro. Los bancos no tienen depósitos que puedan prestar.
Libertad de Fijación de Precios: Desde el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez se establecieron en el país rígidos sistemas de control de precios, los cuales se profundizaron (palabra preferida del Chavismo) cuando durante el gobierno del “comandante eterno” se llegó al punto de amenazar a los infractores con cárcel. Hoy los precios son libres, no tanto por el deseo del gobierno, sino por su inhabilidad para fijarlos en un ambiente de hiperinflación y porque la población está cansada del engaño.
Sueldos fijados por el Mercado: En el modelo liberal se condena la fijación de salarios mínimos. En Estados Unidos el sector empresarial lucha tenazmente ante cualquiera posibilidad de su aumento. Maduro dio muestras de su carácter liberal, al no anunciar aumento en el salario mínimo este 1º de Mayo, en realidad, no por gusto, sino porque el gobierno está quebrado. Por otra parte, los sueldos están por el suelo porque no hay ofertas de empleo.
Liberación del Comercio Exterior: Prácticamente se ha derrumbado el sistema arancelario, que hasta 1989, cuando el país ingresa en la Organización Mundial del Comercio, fue proteccionista. Esta decisión busca abaratar los precios de los productos importados, especialmente alimentos y medicinas. El sistema que impera es el régimen libre de arancel de los “Puerta a puerta” que dominan el mercado de importación, caso suigéneris en el mundo, que yo conozca.
Apertura a la Inversión Extranjera: Recordamos los días en los cuales Chávez decía: “Los inversionistas nos están tumbando la puerta”. Hoy en día son bienvenidas, el pequeño problema es que no quieren venir.
Reducción del Tamaño del Estado: Esto es una realidad. Pocos de los empleados públicos que laboran, lo hacen en jornada completa. El estado, prácticamente, ha dejado en el abandono a las Industria Básicas que ejercían un considerable peso en su estructura.
El modelo liberal es una buena base para impulsar el desarrollo de un país, como lo demostró Chile, pero, y este es el gran, pero, tiene que venir acompañado por un Estado de Derecho, libertades ciudadanas y un clima de confianza en el país para los inversionistas y la población en general. Lamentablemente, estos requisitos brillan por su ausencia. Estamos ante el verdadero neoliberalismo salvaje.
Economista/ Master en Finanzas/Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com/