La exploración del cosmos siempre ha sido la ambición de la humanidad. Desde las primeras civilizaciones que levantaron la vista al cielo estrellado hasta los avances científicos contemporáneos, el universo ha despertado nuestra curiosidad y deseo de comprender sus misterios. En esta búsqueda insaciable, nos encontramos con Miriam Rengel, una destacada doctora en astrofísica venezolana, cuyo trabajo en el Instituto Max Planck y su papel en el proyecto de la misión Juice de la ESA han captado la atención de la comunidad científica.
En una entrevista para La Patilla, Rengel reveló detalles fascinantes sobre su labor y cómo una pasión que se formó a temprana edad la llevaron a superar cualquier adversidad, con el único fin de hallar respuestas a enigmas aún inexplicables. Nos sumergiremos en un viaje por las estrellas, al desvelar los deslumbrantes momentos que la impulsaron a convertirse en una figura clave en la observación espacial.
Por: Luis Eduardo Martínez | lapatilla.com
Nacida en Caracas, Miriam Rengel forjó su camino en la astrofísica desde temprana edad, cuando se acostaba en el césped y contaba sin descanso las estrellas que adornaban el cielo nocturno.
Desde su infancia, la doctora Rengel supo que quería comprender el universo y estudiar los misterios del cosmos. “La fascinación por los planetas y las estrellas me impulsó desde mis primeros años. Observar la puesta del sol y las estrellas en el jardín de mis padres era todo un deleite, incluso intentaba contarlas, aunque era una tarea titánica. Desde entonces, mi pasión por la astrofísica y la astronomía se fue alimentando a través de la lectura y el apoyo de mis maestros, padres y amigos”.
Pero, ¿cómo logró mantenerse enfocada en su sueño desde temprana edad? La respuesta radica en su incansable curiosidad y en su deseo inquebrantable de explorar lo desconocido. Miriam recuerda con nostalgia los momentos en los que visitaba a su abuelita en Mérida y divisaba las imponentes cúpulas del Observatorio Llano del Hato. En esos instantes, su determinación se fortalecía: “Deseaba estar allí, estudiar objetos que a simple vista no podía ver, comprender el universo en toda su grandeza. Cada vez que leía más, más deseaba aprender”.
Con cada libro leído y visita al Planetario Humboldt en Caracas, su pasión por los planetas y la astronomía se intensificaban, estimulando su sed de conocimiento. Tras completar su licenciatura en Física en la Universidad Simón Bolívar, Miriam continuó su formación en Mérida, donde obtuvo una maestría en Física Fundamental, especializándose en Astrofísica en el Observatorio Francisco J. Duarte.
Una mirada hacia Júpiter
Sin embargo, su ambición y deseo de colaborar en proyectos de mayor envergadura la llevaron a Alemania, donde realizó su doctorado en la Universidad Jena, en pleno corazón de la nación. Desde entonces, ha pasado 23 años en tierras germanas, trabajando en áreas de investigación de alto nivel y tecnología punta.
“Siempre anhelé trabajar en colaboración con los mejores, en centros tecnológicos de vanguardia”, expresó. Su elección de migrar a Alemania y participar en proyectos de gran magnitud fue impulsada por el deseo de enfrentar retos aún mayores y explorar nuevos horizontes científicos.
Actualmente, la doctora Miriam Rengel desempeña un papel crucial en el Instituto Max Planck, donde coordina un proyecto en la misión Juice, de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Juice, acrónimo de “Misión Explorador de las Lunas Heladas de Júpiter“, tiene como objetivo estudiar detalladamente el gigante gaseoso y sus lunas. “Queremos comprender en profundidad el clima, la dinámica y la meteorología de Júpiter, especialmente en su atmósfera media”, explicó. Además, esta misión permitirá entender mejor cómo evolucionan y se forman los gigantes gaseosos en el universo, a partir del estudio de Júpiter.
No obstante, la fascinación de Rengel no se limita solo al planeta en sí, sino también a las tres lunas heladas que orbitan a Júpiter: Ganímedes, Calisto y Europa. Estas lunas, cubiertas por una capa de hielo, albergan bajo su superficie la posibilidad de un océano.
En este sentido, la doctora expresa que “esos océanos pueden albergar vida o en el pasado, y quizás nos pudiesen enseñar las condiciones necesarias para formar la vida”. Descubrir las claves que podrían revelar la existencia de seres vivos más allá de nuestro planeta constituye un hito trascendental para la ciencia y la humanidad.
Los roles tras la exploración
En el marco de esta misión pionera, la doctora Miriam ejerce un papel fundamental en esta misión desde dos perspectivas: la tecnológica y la científica. En el aspecto tecnológico, ha estado involucrada en el desarrollo de un instrumento de ondas submilimétricas, diseñado para estudiar las atmósferas y parte de la superficie de Júpiter y sus lunas. Como jefa de documentación y configuración del control del instrumento, ha sido parte integral del equipo desde la concepción del proyecto en 2012. Actualmente, colabora en las operaciones del instrumento mientras se dirige hacia Júpiter.
Desde el punto de vista científico, Rengel despliega su experiencia como co-investigadora del instrumento, donde investiga las atmósferas tanto de las lunas como del propio Júpiter. Su participación en ambos frentes de la misión refleja su dedicación y pasión por la astrofísica, así como su capacidad para abordar desafíos complejos.
Ser parte de un proyecto de esta magnitud no solo llena de orgullo a Miriam Rengel, sino que también implica una gran responsabilidad. La coordinación entre la Agencia Espacial Europea, los diversos consorcios internacionales y los numerosos científicos, ingenieros y técnicos involucrados representa un desafío constante.
La astrofísica venezolana destaca los retos que implica cumplir con los plazos establecidos y coordinar las tareas entre las múltiples instituciones y personas involucradas.
“Hay otros institutos no solo en Alemania, sino en diferentes partes, como en Europa y en Japón. Entonces, esa parte de coordinación representa un desafío, porque hay muchas instituciones y personas que organizar, y aparte de eso las fechas tope. Hay que tener mucha disciplina, mucha responsabilidad y, de por sí, toda la parte tecnológica representa un reto al desarrollar una nueva tecnología de punta”, detalló.
Una huella diferenciadora
A lo largo de su trayectoria, Rengel ha enfrentado momentos de incertidumbre, pero siempre demostró una determinación inquebrantable y la misión Juice no fue la excepción.
“Hay instantes, especialmente en las mayores dificultades, donde siempre hay una matriz de riesgo, donde a veces caemos en riesgos muy altos y hay que trabajar para salir a minimizarlos. Y sí, hubo ocasiones en que tanto yo, como el equipo llegamos a pensar que no lo lograríamos… pero es trabajo duro”.
Enfrentar los desafíos con valentía y confiar en el equipo de trabajo son fundamentales para superar las adversidades. Además, la experiencia de la doctora Miriam en la misión Juice también ha estado marcada por anécdotas memorables. Una en particular destaca en su mente: el día en que se entregó el instrumento que desarrollaron.
Para garantizar su pureza, debieron ingresar a una sala iluminada con luz ultravioleta para comprobar la presencia de partículas de polvo. Este momento, lleno de solemnidad y protocolo, tuvo un toque humorístico. Miriam recordó entre risas: “Lo más gracioso es que en algunas de estas fotos se ve el instrumento bellísimo desde el punto de vista artístico para la foto, para la entrega, pero los científicos y los ingenieros parecemos realmente como alienígenas, por los ojos y la piel. Nos veíamos todos muy extraños con esas luces ultravioleta… entregamos el instrumento, pero pareciera que lo hubiesen entregado alienígenas”.
Ser venezolana ha sido un factor distintivo en el camino de Miriam hacia el éxito. Aunque reconoce que, desde el punto de vista de la capacitación y el conocimiento, es una más en su equipo internacional.
“En nuestras sociedades tenemos una calidez y, adicionalmente a eso, tenemos una flexibilidad de pensamiento. Cuando las cosas se ponen muy rígidas siempre tenemos un pensamiento además del crítico, creativo y es una ventaja, algo positivo”, mencionó.
La mentalidad abierta y creativa de los venezolanos les permite abordar los desafíos desde ángulos inesperados, encontrando soluciones innovadoras cuando las respuestas convencionales no son suficientes.
Los caminos por recorrer
La misión de viajar a Júpiter no deja de ser un desafío, pues implica una travesía de ocho años. El siguiente paso es la adquisición de datos científicos hasta que pueda llegar a la órbita de Ganímedes. La experta sugirió que todo apunta a que sería después de 2031. Aún así, explicó que en ese transcurso los instrumentos se van a encender en determinados momentos para obtener los datos de calibración y cuidar cada detalle del proceso.
“Van a haber unas visitas alrededor de la Tierra y de Venus y esos datos hay que analizarlos, hay que entender el instrumento. Allí estoy colaborando y participando en la parte de calibración de estos datos de telemetría y también de comprobar que el instrumento está obteniendo los datos como lo diseñamos. Eso me mantendrá ocupada”.
Pero Rengel permanece atenta con otros proyectos científicos. Además, trabaja con atmósferas planetarias fuera del sistema solar. “Allí tengo un grupo de trabajo y proyecto que paralelamente estamos desarrollando y tomando datos de planetas extrasolares. Y durante los siguientes meses e incluso años, espero continuar trabajando con estos proyectos”.
Miriam Rengel, es una doctora de astrofísica respetable con el anhelo de explorar, desarrollar nuevas ideas y descubrir otros enigmas. Indudablemente, su labor seguirá dejando huellas imborrables. Como buena criolla lejos de su tierra, añora el calor humano, sus familiares y amigos. “Extraño ese clima, como Venezuela está a ocho grados norte del Ecuador, es prácticamente todo el año. El sol hermoso, el cielo azul en general, las playas, comida y todas las cosas buenas que tiene”, concluyó.