Dentro de este dantesco contexto no podemos entender como la Comisión de Primaria llamada a abrirle cauces de salida a la situación inaguantable que padecemos los ciudadanos, sus mandantes, más bien lucen extraviados, carentes de empatía, de espaldas a su misión histórica y pareciera manejarse dentro de los márgenes del ecosistema criminal.
No nos merecemos la tortura de la incertidumbre y del despropósito. El CNE no es para nada confiable y además rechazado abrumadoramente por los electores. No es neutral, siempre ha jugado, como peón servil, a favor del régimen forajido y en detrimento de la soberanía popular. El piso no está parejo, eso lo sabemos.
Rechazamos la presión indebida del G4, plataforma que designara a la Comisión de Primaria, y a su amenaza de imponer un candidato por “consenso” entre ellos, conscientes de que sus candidatos desangelados no levantan y carecen de fervor popular. Ellos prefieren la intervención del CNE para desanimar la participación popular e imponerse, en ese contexto, con su maquinaria.
La Primaria es potestad de los ciudadanos que están negados a la fatídica interferencia del ecosistema criminal, del cual quieren librarse a punta de ejercicio de la soberanía popular y la recuperación de la alternabilidad democrática proscrita por el régimen desde hace casi un cuarto de siglo.
El país exige un cambio profundo después de dos décadas de deterioro institucional e incremento de la opacidad incentivada por la ilicitud totalitaria.
El venezolano desea estar unido a su familia- esparcida en el mundo por la ignominia- y no con los corruptos. Quiere una vida digna de ser vivida y dejar de sobrevivir.
Buscamos una consulta organizada por los ciudadanos, de los ciudadanos y para los ciudadanos. Es un despropósito acudir, hasta cuando, a la farsa electoral del CNE chavista, que ha secuestrado durante un cuarto de siglo a la voluntad popular.
Hagamos un ejercicio de comprensión de la realidad.
No iremos con el CNE que niega elecciones transparentes y marcamos distancia con los supremacistas de la servidumbre.
¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!