Cortesanos de la tiranía, por @ArmandoMartini

Cortesanos de la tiranía, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Tiene sus raíces en las cortes reales de la Edad Media. Sus majestades y nobles, dependían de consejeros preclaros e ilustres, recompensados con propiedades, señorías y títulos excelentísimos, obteniendo grandes beneficios y recompensas por la cercanía con el rey o la nobleza. 

Individuos de servil descaro, sin pudor ni rubor, sin vergüenzas, adulones de un régimen autoritario, que infringe normas y derechos, favoreciéndose a expensas del bienestar público. Tanto los cercanos al déspota dictador, como a las figuras políticas de menor rango, logran asistencias por complicidad, intimidad, familiaridad o camaradería. Práctica deleznable, contraria a principios democráticos y republicanos, que buscan igualdad y justicia para la ciudadanía. 

En política, la lealtad es moneda de cambio e instrumento de poder. Los opresores encuentran seguidores interesados dispuestos a apoyarlos en su afán de control, premiados con oficios de influencia y riqueza. Conocidos como cortesanos de la tiranía, y su cualidad de leal, viene a costa de la dicha ciudadana. A lo largo de la historia, se han dado numerosos ejemplos, desde la antigua Roma hasta la actualidad; y Venezuela, no es la excepción.

Los emperadores contaban con una serie de cortesanos que, cohabitando, les permitían consolidar su poder y mantener el control sobre el imperio. Entre ellos, en sus nóminas, se encontraban figuras como Agripa, consejero y amigo de confianza del soberano Augusto, y Mecenas, que financió poetas y artistas. Sin embargo, no eran sinceros con sus amistades y cofrades, siempre dispuestos a sacrificarlos, ofrendarlos sin remordimiento, cuando fuese necesario. Quedando demostrado en el reinado de Tiberio, sucesor de Augusto, quien purgó a los cortesanos de su predecesor. ¡Quien es temido por muchos, a muchos debe temer!

En la Europa medieval y moderna, jugaron un papel significativo en la política. En la corte del rey Luis XIV de Francia, se encontraban figuras como el cardenal Mazarino y el duque de Saint-Simón, que se valieron sin comedimiento de su posición para atesorar dominio e influencia. Y, a pesar, de disfrutar libertades y privilegios, deleitarse de lujo y boato; estuvieron a merced de caprichos, pudiendo caer en desgracia en cualquier instante. El miedo de su excelencia a ser traicionado por quienes tenía cerca y más daño podían hacerle. 

En la Rusia zarista, se regocijaron de prerrogativas, avideces y extravagancias, siempre con la espada del cortesano adulador Damocles; que representa la muerte acechando, y de la cual nadie escapa. Amenazados, basta un minuto para que el hilo se rompa y rueden cabezas.

En el siglo XX, hidalgos, adláteres del absolutismo desempeñan jerarquía. Durante la Segunda Guerra Mundial, los colaboracionistas franceses que apoyaron y contribuyeron al régimen nazi, se beneficiaron de su relación con los alemanes. No obstante, vistos con repulsión y desprecio por sus compatriotas. En la Unión Soviética, los cortesanos del Partido Comunista gozaron de exenciones, dispensas e impunidad; sujetos a voluntades del líder supremo.

Con el advenimiento de los regímenes autoritarios contemporáneos, los cortesanos de la tiranía se convirtieron en una fuerza aún más poderosa. Autócratas, déspotas y opresores explotadores, buscan lealtad y apoyo de sus seguidores, galardonándolos con actividades comerciales autorizadas o ilícitas, influjo y patrimonio.

En la actualidad, desde Corea del Norte hasta Rusia y China, los cortesanos pululan, se auxilian, negocian felonías e infidencias, con frecuencia delatando, traicionando amigos, socios y asociados para mantenerse en el poder, o lejos de la mano de la justicia imparcial; conquistando el desprecio ciudadano. Como en la Rusia de Putin, la Cuba castrista y la Venezuela chavista, aunque desacreditados, malmirados y malcriados, logran convertirse en multimillonarios, acaudalados y opulentos, mientras la mayoría sufre carencias, pasa hambre y soporta miseria. 

Es fundamental conocerlos, saber quiénes son, plantarles cara y enfrentarlos. Exigir transparencia, rendición de cuentas, y denunciar cualquier intento de corrupción y nepotismo. Apoyar a aquellos que trabajan por el bien común y se opongan firmes, con valentía y coraje a la práctica vergonzosa de los cortesanos de la tiranía.

@ArmandoMartini

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