El día en que se vio la mancha por primera vez Florencia tenía hecho el esmaltado semi permanente. No había elegido pintarse con un color fuerte sino con un brillito así que la mancha verde en la uña del dedo anular izquierdo se veía igual.
Por Infobae
Florencia se miró la uña de cerca, dudó. ¿Qué podía ser? No había hecho nada nuevo, al contrario: hacía dos años y medio que se hacía las manos de esa forma cada 15 días y nunca le había pasado nada.
“Pensé que podía ser humedad, pero en cuestión de una semana la mancha pasó de ser muy chiquitita a tomarme toda la uña”, cuenta a Infobae Florencia S., que es abogada, vive en la Ciudad de Buenos Aires y tiene 26 años. “Enseguida la uña empezó a desprenderse, si la tocabas adentro se sentía como un ruido hueco”.
Lo que siguió fue un derrotero de médico en médico durante casi un año. Pensaron que era una bacteria, pero no era. Un hongo: tampoco. Lo que Florencia tenía lo explica a Infobae Damián Ferrario, que es médico dermatólogo especialista en oncología cutánea del Hospital Italiano de Buenos Aires.
“Tenía un carcinoma espinocelular in situ: un tumor localizado en el sector de la uña. Cáncer de piel, sí”, responde él, que es miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología y el médico que la operó.
¿Qué pudo haberlo provocado? La sospecha es concreta y ya hay estudios que aportan evidencia: la acumulación de rayos UV producto de las lámparas que se usan para algunos tratamientos estéticos en las uñas, por ejemplo, el esmaltado semi permanente y el kapping.
Parte central del problema es la frecuencia con la que se irradian las manos: como las uñas quedan tan débiles (porque se lima la superficie brillosa para que el esmalte penetre), cuando se saca el esmalte enseguida se vuelve a pintar. Se usa la lámpara tanto para sacar el esmalte viejo como para fijar el nuevo.
“Las pacientes nos dicen que para tener las uñas perfectas lo hacen al menos dos veces al mes. Entonces la exposición que tienen a los rayos UV es enorme- dice a Infobae Matías Maskin, jefe de dermatología del CEMIC y secretario del último Congreso Mundial de cáncer de piel.
“Yo le recomiendo a mis pacientes que no se lo hagan directamente, o que a lo sumo lo hagan alguna vez para una ocasión especial. Hacerlo cada 14 días me parece una locura”.
El derrotero
Florencia dice que siempre fue “muy coqueta”. Solía hacerse el esmaltado semi permanente, el mismo que muchas mujeres eligen por varias razones: el acabado es impecable, dura semanas sin saltarse y hasta se pueden hacer diseños (el llamado nail art).
A veces alternaba con “kapping”, que es una capa de acrílico o gel que se pone sobre la uña (y también requiere poner las manos en la lámpara).
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