Luis Rojas Ponce, periodista venezolano que escapó del deterioro económico y social del país, encontró en Argentina una nueva oportunidad para reconstruir su vida. Pero su historia va más allá de la migración: este valiente comunicador ha decidido desafiar los estereotipos y romper las barreras de un deporte tradicionalmente masculino y heteronormativo.
Como parte del primer club de rugby LGTBIQ+ del país, Luis nos reveló cómo el rugby se ha convertido en su refugio y su lucha por la transformación en la sociedad. En una entrevista con La Patilla, descubrimos sus motivaciones, desafíos y su inspirador camino en tierras argentinas.
Por: Luis Eduardo Martínez | lapatilla.com
En un país donde el deporte reina como una pasión nacional, un hombre proveniente de tierras lejanas ha encontrado su lugar en el corazón del rugby argentino. Luis Rojas Ponce logró forjar un camino impresionante.
Originario de Caracas, específicamente de la parroquia San Juan, Luis tomó la valiente decisión de abandonar su tierra natal en busca de una mayor estabilidad. “Fue el deterioro económico y sobre todo social que estaba atravesando el país. Me fui buscando calidad de vida que desafortunadamente en Venezuela ya no tenía y que aún en la distancia veo lejos de hallar”, confesó.
Aunque Argentina no estaba inicialmente en sus planes, la sugerencia de un amigo resonó en este venezolano de manera profunda.
“Era una opción irme a donde pudiera obtener esta estabilidad, calidad de vida y todo lo que eso representa. Argentina, llegó como respuesta de un amigo que vivía acá y me contaba cómo era el trato hacía los venezolanos, como eran culturalmente y como en términos económicos para el momento estaban, lo que significó un contundente sí”.
Sin embargo, no todo ha sido un camino fácil para Luis. Como migrante, enfrentó diversos retos en su proceso de adaptación a un país completamente nuevo. El mayor obstáculo para él fue la ausencia de su familia.
“Se sufren múltiples desafíos, pero indudablemente el más complicado es cuando no se tiene a la familia cerca, el estar en otro país completamente solo sin sentir el ‘Dios te bendiga’ de tu mamá, o en mi caso de mis abuelos maternos, resulta bastante complejo y por supuesto el aislamiento de la pandemia que limitó las comunicaciones mediante la tecnología. Dejé de ver a la familia que hice acá, que son mis amigos, en tiempos de pandemia y significó un desafío más grande para mí por el hecho de ser migrante”, contó.
El cambio en su vida
Desde que llegó a Argentina, Luis ha demostrado una versatilidad admirable. “Hago de todo”, dijo entre risas. Además de trabajar como encargado y cajero en una reconocida pizzería de Buenos Aires, este incansable hombre de letras ha encontrado tiempo para seguir su pasión por la comunicación.
“Me desempeño como locutor en una emisora de la capital y también estoy cursando una Maestría en Gobierno en la Universidad de Buenos Aires (UBA)”, reveló.
Él, como tantos otros venezolanos, ha encontrado su hogar en Argentina, donde ha tejido una historia de éxito y superación. Con cuatro años en la nación de los mates y el tango, ha demostrado que la diversidad y el coraje pueden romper barreras, incluso en el mundo del deporte. Actualmente, es miembro orgulloso de Ciervos Pampas Rugby Club, el primer equipo de rugby LGBTIQ+ de América Latina.
Para muchos, el rugby puede parecer una disciplina poco común en Venezuela, pero Luis explicó cómo la idea de unirse a este deporte surgió en un momento crucial de su vida. “Me había quedado sin empleo y necesitaba continuar comunicándome, conociendo gente y aprendiendo”.
Aunque al principio dudó debido a su falta de experiencia y conocimiento de las reglas, finalmente decidió aventurarse. “Entendiendo el panorama en el que me encontraba, me animé a probar suerte”. Y así, hace casi dos años, se unió a las filas de Ciervos Pampas Rugby Club, donde encontró en el deporte una comunidad que lo aceptó y valoró tal como es.
El rugby representa un desafío a la heteronormalidad en el deporte y, para este joven caraqueño, es una oportunidad para cambiar paradigmas.
“Es un deporte elitista en Venezuela, y en mi zona popular de San Martín no existía un contacto estrecho con él como lo puede ser el béisbol o el fútbol. Sin embargo, cuando estudié en la UCV conocí a compañeras que entrenaban para la selección”, mencionó. Sin embargo, ha descubierto en el rugby una pasión que trasciende las barreras sociales y culturales.
Más allá del deporte
El Ciervos Pampas Rugby Club, con más de 10 años de trayectoria, se caracteriza por su enfoque no solo en el ámbito deportivo, sino también en la transformación social y en una visión más amplia de lo que nuestra sociedad necesita. Para Luis, este club significa mucho más que un lugar para hacer amigos y jugar al rugby, es un espacio donde todos pueden ser auténticos sin enfrentar controversias sociales.
“Hoy estar en Ciervos es muy importante para mí, pero también para las nuevas generaciones por venir”, comentó. Este club ha logrado crear un ambiente seguro y libre de homofobia, trascendiendo los límites del deporte. Además de la actividad física inherente al rugby, el club cuenta con una escuela de Derechos Humanos que aborda temas importantes para el colectivo LGBTIQ+ y la sociedad en general.
Pero la labor de Ciervos Pampas no se queda ahí. El proyecto denominado “Mariconeando la cultura” se dedica a llevar a sus miembros a exposiciones, teatros y otros lugares donde la cultura es el protagonista, fomentando el debate y la reflexión sobre temas de interés del club. Cada año, también organizan el evento “Tackleando la LGBTIQFOBIA”, una celebración única que muestra lo mejor de ellos como miembros de la comunidad y como deportistas.
Llevar los colores de este equipo va más allá del orgullo personal para Luis, es un desafío constante para romper los estereotipos arraigados en los tradicionales clubes de rugby, pero no todo se queda allí.
“No solo con los clubes tradicionales, también pasa con cuestiones individuales. Cuando yo llegué a Ciervos tenía lecturas sobre lo que significa ser homosexual, que nada tiene que ver y esto se debe a múltiples cosas: nuestra crianza y la discriminación pasiva que hemos tenido en la sociedad. Por ejemplo, te dicen siempre ‘corre como un hombre, como un varón’, ¿cuál es el parámetro para correr como un varón? ¿Está mal correr como hembra? ¿Por qué? Muchas de esas preguntas se generan en un espacio como Ciervos Pampas Rugby Club”.
Ciervos Pampas Rugby Club sigue siendo un impacto para los clubes hegemónicos. La mera presencia de este equipo, con sus uniformes coloridos, medias llamativas, uñas pintadas y diferentes formas y posturas, siempre causa asombro en los demás. Como bien lo expresó Luis con una sonrisa: “Vernos llegar siempre genera un impacto a los otros”.
Pero, ¿qué hay detrás de esta valiente lucha? “Siempre hay anécdotas, unas buenas y algunas no tan buenas”, admitió. Sin embargo, señaló un momento que marcó su trayectoria en el equipo.
“El año pasado, jugando el Torneo Empresarial que hacemos anualmente, nos enfrentamos a un equipo con una postura violenta y una homofobia escatológica difícil de disimular”. A pesar de esto, el club se destacó por su juego y su unidad, celebrándose y apoyándose mutuamente. “El poder estar para el otro me parece genuinamente valorable e impactante”.
Lazos sin límites
Además de los momentos en el campo, el equipo ha fortalecido su hermandad en otros espacios. “Tenemos un viaje a la costa en Argentina, donde nos hemos conectado más como club y la risa no ha faltado”, relató. Ciervos Pampas Rugby Club va más allá de la competencia y se convierte en un refugio de aceptación, donde el respeto y la diversidad son la norma.
En los entrenamientos de los Ciervos Pampas, la pasión y el compromiso se entrelazan en cada rutina. La preparadora física, Milena, se encarga de conducir las primeras horas de intenso trabajo. “Con ella trotamos, corremos, hacemos planchas, circuitos”, describió. El calentamiento inicial puede extenderse durante horas, preparando los cuerpos para el desafío que les espera.
Tras el calentamiento, entra en juego el entrenador apodado “Cholo”, quien se encarga de la parte técnica y táctica del rugby. “Él nos enseña desde cero (…) Muchos de nosotros llegamos a Ciervos Pampas sin saber siquiera las reglas del juego”.
Bajo la atenta mirada del “Cholo”, el equipo se sumerge en un constante aprendizaje, perfeccionando técnicas como el lanzamiento del balón, el giro adecuado, el arte del pateo y cómo enfrentar un tackle.
Ciervos Pampas no solo se destaca por su arduo entrenamiento, sino también por su espíritu de unidad y camaradería. “Aquí todos aprendemos, incluso aquellos con más experiencia”, aseguró. Cada integrante del equipo se nutre del conocimiento colectivo y se apoya mutuamente en el proceso de crecimiento. La diversidad se convierte en la fuerza que los impulsa a superar barreras y a desafiar la heteronormalidad en el deporte.
La existencia de un equipo de rugby LGBTIQ+ en Argentina envía un mensaje claro y poderoso: no hay límites para el éxito cuando se trabaja en equipo y se desafían las normas establecidas.
Construir un camino de igualdad
Como migrante y miembro del colectivo LGBTIQ+, la recepción de Luis en Argentina ha sido enriquecedora y acogedora. “Argentina está muy bien, pensado en temas de la comunidad“, afirmó este entusiasta comunicador. “Esto permite que un miembro de la comunidad LGBTQI+ migrante se desarrolle”. Sin embargo, reconoce que aún existen desafíos que deben abordarse y mejorar para garantizar la plena inclusión.
Con una mirada hacia el futuro, este joven de San Martín se proyecta con metas claras y un objetivo mayor: devolver a su amada Venezuela todo aquello que ha aprendido y construir un camino hacia la igualdad.
“Poder llevar una propuesta de ley donde se haga un reconocimiento al matrimonio igualitario, donde exista el cupo laboral trans que permita que las transexuales puedan acceder a empleos sin ser discriminadas”. Su voz se alza, buscando justicia y oportunidades para todos.
Aunque la nostalgia lo acompaña, Luis ha encontrado en Buenos Aires un hogar que ha sabido acogerlo con amor y respeto. “De Venezuela extraño indudablemente mi familia, mis amigos, el Ávila y las playas, el ejercicio pleno de mi profesión”, rememoró. Pero la ciudad se ha convertido en un asilo donde las raíces se entrelazan con la nueva realidad. Los sabores de su tierra se mezclan con la cultura local, recordando que la verdadera esencia reside en el corazón.
Luis Rojas Ponce, un hombre que ha conquistado el mundo del rugby y la lucha por los derechos, nos inspira a seguir nuestros sueños y a combatir por aquello en lo que creemos. Con audacia y valor, nos enseña que el éxito no se mide en distancias recorridas, sino en el impacto que generamos en el camino. Que su historia sea un faro de esperanza para todos aquellos que buscan transformar realidades y construir un futuro más inclusivo y justo.