Cuando se trataba de sus hijos, los padres no escatimaban en gastos e incluso le daban a su niñera una tarjeta de crédito. Sin embargo, había una extravagante condición: Lord “no podía decir que no” a los pedidos de los infantes, porque la plata no era un problema para ellos.
Por: La Nación
Pese a las reglas, en declaraciones para el medio citado, la trabajadora reconoció que siempre trató de cuidar a los chicos con un sentido estricto, para que no se volvieran malcriados. “Les enseño a usar sus modales y me apasiona ayudar a los niños a ser adultos independientes y capaces”.
Un duro contraste en el estilo de vida de los “niños ricos”
Uno de los primeros trabajos de Kathryn Lord fue en Sri Lanka, en unas vacaciones. Fue ahí cuando se dio cuenta de una realidad: “Esos niños apenas pasaban tiempo con los padres, salvo para la foto diaria justo antes de cenar”. No obstante, reconoció que uno de los mejores momentos fue cuando el padre invitó a 50 de sus mejores amigos y familiares. “Tuvimos una magnífica comida tradicional rusa y él llegó con bolsas y bolsas de hamburguesas y se lo comieron en la mesa”. A pesar de estar rodeada de personas con un nivel adquisitivo muy alto, para esta joven los aprendizajes son lo más importante.
“Los padres que más admiro son los que han encontrado su pasión y devuelven mucho a la comunidad. Los que se han ganado su fortuna son humildes y tienen los pies en la tierra”, expresó.
Puedes leer la nota completa en La Nación