Escribo estas notas de madrugada en Tierra Santa, meditando con una mezcla contradictoria de angustia y esperanza sobre lo que ocurrió ayer en la UCV con la suspensión de las elecciones y el caos que se presentó frente a una comunidad universitaria que acudió masivamente a votar, y frente a un país que asistía incrédulo al espectáculo de un proceso que debía haber estado pensado y protegido hasta el último detalle y que parecía colapsar ente dificultades técnicas y logísticas sobre las cuales es necesario exigir una explicación convincente y exhaustiva de la Comisión Electoral y las autoridades universitarias. Angustia, porque no es posible disimular la gravedad de lo acontecido con la suspensión de unas elecciones vitales para insuflarle energía al proceso de repensar y recrear una institución clave para el país, una que ha sido sometida a un acoso que ya se prolonga por más de 20 años, por parte de un régimen constructor de miseria y pobreza. Angustia, porque es mucha la frustración y el desaliento que existe en Venezuela, tanto por la acción inmisericorde de un gobierno enemigo de su propio pueblo, como por las dificultades manifiestas de la oposición en unificarse para salvaguardar y privilegiar los intereses de la nación por sobre los de los individuos y las parcialidades. Angustia porque el país necesitaba, y necesita, de demostraciones creíbles sobre el poder del voto como un elemento clave para transformar nuestra dura realidad.
Al mismo tiempo me embarga una esperanza que crece y se expande, porque al margen de la vergüenza que sentimos los ucevistas frente al país por lo ocurrido, está el hecho indiscutible de que el elemento esencial para el cambio democrático, que es la voluntad de la gente de participar y la decisión indiscutible de los candidatos por avanzar una campaña con propuestas y sin agresiones, está presente. La masiva asistencia a las mesas electorales de estudiantes, egresados, empleados y profesores revela una voluntad, un compromiso y una resiliencia extraordinarios de nuestra comunidad. Frente a ello, la suspensión de las elecciones pasa por ser solamente un tropiezo en la ruta por la liberación de Venezuela y por el renacimiento de la UCV. Por supuesto que es necesario hablar con la verdad por delante y exigir las explicaciones indispensables sobre porqué se tomaron ciertas decisiones técnicas, que en su momento fueran objetadas por destacados miembros de la comunidad universitaria con experiencia en procesos electorales, y porqué no se anticipó adecuadamente el volumen de votantes o la preservación del material, o cualquier otro elemento que clarifique la responsabilidad de la Comisión Electoral o de las autoridades universitarias. Pero más allá de eso, es indispensable estar preparados para navegar en estas aguas turbulentas del bochorno y la frustración para alentar la confianza en el voto y corregir lo que sea necesario corregir para que en una nueva convocatoria se produzca la magia inevitable del encuentro entre la decisión de la comunidad ucevista por participar, y la traducción de esa voluntad universitaria, en decisiones vinculantes para todos. Esa es la fortaleza indetenible de la democracia a la cual estamos obligados a apostar.
Son los tiempos de la arrechera y la voluntad de seguir. Arrechera y frustración porque se perdió una oportunidad dorada de darle un ejemplo a un país que exige cambios en la ruta de su empobrecimiento y destrucción, y que demanda el surgimiento de liderazgos confiables. Voluntad de seguir, porque los ucevistas estamos obligados a defender el poder del voto como elemento disruptivo en sociedades en crisis como la nuestra. La UCV tiene otra oportunidad excepcional para honrar su himno virtuoso y vencer las sombras que nos acosan, no solamente siguiendo el mandato de actuar con su “lumbre de fiel claridad” sino con la sabiduría política y la honestidad de rumbos que la nación nos está exigiendo. Como ucevista desde mi adolescencia, pasando por estudiante y luego profesor en la Facultad de Ciencias, estoy seguro de que vienen otros tiempos donde se recordará con agradecimiento en nuestra historia, la elección de la UCV que está por venir. Manos a la obra a todos quienes corresponde ejecutar este llamado.