El aire de Nueva York se vuelve irrespirable: “Es como estar en una barbacoa, envuelto en humo”

El aire de Nueva York se vuelve irrespirable: “Es como estar en una barbacoa, envuelto en humo”

Una mujer camina con Manhattan al fondo, este jueves. Foto: EDUARDO MUÑOZ (GETTY) | Vídeo: EPV

 

Las mascarillas han vuelto a las calles de Nueva York. La ciudad que renunció al tapabocas mucho antes de que la pandemia retrocediera, vuelve a embozarse por culpa del humo procedente de cientos de incendios sin control en Canadá. A diferencia de entonces, su uso se ha generalizado hoy en exteriores, mientras los espacios cerrados se convierten en refugio salvo en el caso del metro, más contaminado si cabe. El uso de mascarilla es una de las dos recomendaciones de las autoridades: evitar salir a la calle y si es imprescindible hacerlo, cubrirse nariz y boca. Los avisos de los móviles recordaban este jueves por tercer día consecutivo que el índice de calidad del aire (AQI, en sus siglas inglesas) sigue siendo “muy dañino”, aunque ha mejorado ligeramente en las últimas horas.

Por El País





Este jueves las autoridades han distribuido gratuitamente un millón de mascarillas del tipo N95: 400.000 en los principales nudos de transporte, los parques estatales y el Javits Center, un pabellón multiusos que alberga ferias y convenciones; el resto entre las administraciones locales del Estado. Ya eran bien visibles por las calles la víspera para mitigar la picazón acre del humo y el intenso olor a quemado, cuando el nivel de calidad del aire marcó un promedio de 342 en la ciudad, más del doble que Nueva Delhi (164), y con picos superiores en Queens o el Bronx, donde el miércoles se registraron 413.

“He debido comprarlas en la farmacia, no las usaba desde hace más de un año. Pero tenía que sacar al perro a la calle”, contaba el miércoles en Central Park Rose, una atlética sexagenaria. “Mi marido ni se atreve a salir hasta que pase la emergencia, es asmático y por tanto persona de riesgo. Si lo vemos muy mal, pediremos a algún paseador que se ocupe del perro mientras esto dure, pero me cuentan que están muy solicitados”. En suspensión sobre la Gran Manzana una lluvia de partículas visibles, como el polvo y el hollín, y microscópicas, como las PM2,5, capaces de penetrar en los pulmones y llegar al torrente sanguíneo, teñía el cielo de color naranja aunque un tímido sol blanqueaba el horizonte en la mañana del jueves. Ni la frondosa superficie de Central Park cumplía como colchón de oxígeno.

Tan apocalíptica ha sido la amenaza, que la ciudad ha establecido una línea telefónica gratuita para informar de la evolución de la emergencia. En principio, estaba previsto que la alerta rigiera hasta la medianoche del miércoles; pero se amplió casi 24 horas más, y luego otro día entero, hasta el viernes. Varios partidos de la liga de béisbol fueron suspendidos, como el que tenían previsto disputar los Yankees, mientras algunos zoos del norte del Estado cerraban sus puertas y preparaban planes de evacuación –hacia dependencias interiores– de las especies más vulnerables, empezando por las aves. Los aviones con destino al aeropuerto de LaGuardia se quedaron en tierra por nula visibilidad, los críos pasaron el recreo en las aulas el miércoles, antes de que los colegios echasen el cierre. Se suspendieron espectáculos de Broadway y la programación de varios parques a la ciudad, que en junio bullen de actividades gratuitas. Hasta los corredores fueron invitados a tomarse el día libre, y eso que este miércoles se celebraba el Global Running Day. Aun así, algún osado ?muchos menos que el resto de los días? trotaba a cara descubierta por Central Park a primera hora de la mañana del jueves.

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