El régimen le huye así a la primaria opositora. Hay consciencia de aquel lado acerca de varios aspectos: la debilidad técnica para efectuar tan pronto una elección nacional e internacional, la debilidad financiera para pronto resolver tamaña contingencia, tanto como lo que una decisión de los ciudadanos venezolanos de presentar una sola candidatura que polarice con el candidato de quienes manejan el poder, sea o no el desgastado Maduro. El régimen de terror está aterrorizado con la sola posibilidad de que la elección primaria se lleve a cabo. Y así, presenta una medida efectiva del mismo modo efectista que nos tiene acostumbrado.
El mensaje es claro. No van a ayudar a ser liquidados. Quedan ante el mundo como quienes manejan el poder de manera absoluta. Proyectan en acción lo que en palabras uno de sus energúmenos profirió acerca de que no pretenden irse por la buenas ni por las malas. Esto es respuesta también a los diversos intentos de negociación, el último frustrado en Colombia. Ni hablar de la parálisis de México. Es respuesta soez. También ante las sanciones aplicadas por diversos países que les impiden la liquidez económica que quisieran tener, esas que les sirven de excusa para afianzar su destrucción del trabajo, las empresas, el comercio, la educación, la salud, los servicios o la producción de combustible.
La oposición ante esta nueva macabra jugada del régimen debe optar por soluciones nada fáciles. Solicitar ayuda técnica y financiera exterior, por ejemplo. Lo que llevaría un tiempo largo de conversaciones y acuerdos, o lanzar el enorme desafío de activar todos los vericuetos de la sociedad civil para realizar las votaciones al margen de todo, de la manera más elemental aunque compleja. Esto motivará, con toda seguridad, una urgente reunión de los partidos en la plataforma, así como con la Comisión Nacional de Primaria. Se precisan ahora respuestas ante el tiempo y la dificultad, las dificultades planteadas desde el poder que sabe que no supera el veinte por ciento de aprobación nacional, de los más bajos del continente. Temen por su vida.
En esta decisión de disolver o paralizar un buen tiempo el CNE no solo está la consideración de la posterior derrota cantada sino la amenaza latente con las investigaciones de la Corte Penal Internacional, cuyo fiscal estuvo recientemente en Venezuela para acordar la instalación de la oficina. O sea, para ellos, los déspotas, que son capaces de echarse al pico por un buen tiempo un poder del Estado que está en mora con aspectos como la depuración y actualización del registro, es un asunto de vida o muerte. Es un asunto que atañe a su libertad. Se defienden con todo, contra todo. En fin, disolver el CNE como hicieron, en lugar de una muestra de fortaleza del régimen, es la exposición pública de su terror a ser derrotado en unas elecciones que tendrán sobre ellas los ojos del universo. Terror a la libertad del país que sería su prisión.