La mayoría de las biografías de la ex primera dama Jackie Kennedy se centran en su glamour y fama. Sin embargo, la última de ellas, a cargo de J. Randy Taraborrelli, explora otro costado.
Por infobae.com
“Yo quería escribir sobre el lado humano”, dijo Taraborrelli a modo de introducción de la obra en la que revela amores secretos de la ex primera dama de Estados Unidos y que explica por qué quemó cartas y fotos personales antes de morir.
“Jackie: Public, Private, Secret” introduce en la escena un nombre muy importante en su vida. John Warnecke, el arquitecto -más conocido como Jack– que diseñó la tumba conmemorativa del Presidente, fue su amante y rara vez pudo sacarla de sus pensamientos, aseguró.
Warnecke dialogó con Taraborrelli y le reveló todos estos datos bajo una única condición, con el fin de respetar a quien fue su pareja durante tantos años: que no fueran publicados hasta una década después de su muerte.
En la década de los 60, Jackie y Jack se enamoraron y mantuvieron una relación que, aunque no perduró en el tiempo, siguió presente hasta que la muerte los separó.
El presidente Kennedy fue brutalmente asesinado el 22 de noviembre de 1963 durante una caravana en Dallas. “Pude ver cómo se desprendía un trozo de su cráneo. Extendió la mano y vi cómo se desprendía de su cabeza un trozo perfectamente limpio. Luego se desplomó en mi regazo”, recordó Jackie sobre uno de los momentos más duros de su vida.
Sin embargo, meses después, el acercamiento de Warnecke serviría como forma momentánea de distracción para aquel dolor.
A mediados de mayo de 1964, Jack la invitó a salir. “¿Una cita? Porque yo no tengo citas y nunca volveré a tenerlas”, dijo ella a lo que la contraparte respondió: “No, no es una cita. Sólo es una cena”.
Momentos más tarde, él se presentó en su casa con un ramo de flores. “Jack, yo no dije que sí”, dijo ella en un tono entre sorprendido y molesto. “Pero no dijiste que no”, continuó el diálogo.
Fue entonces que comenzó el romance.
Más tarde, Jackie designó a su pareja el diseño de la tumba de su difunto esposo, convenciéndose de que se merecía el trabajo. Su entorno, sin embargo, parecía distar de esta visión y cuestionaron la decisión, entendiendo su trasfondo.
“Es demasiado pronto, Jackie”, le dijo Bobby Kennedy pero ella hizo caso omiso y se limitó a decirle: “Esto no es asunto tuyo”.
Los meses pasaron y en noviembre de ese mismo año Jackie llevó a Warnecke al complejo familiar en Hyannis. “Cenamos sopa de almejas y hablamos hasta que el sol se puso. E incluso más. Entonces, una cosa llevó a la otra…”, recordó él.
Según narró, Jack la acompañó a su dormitorio –el mismo que había compartido con el difunto Kennedy– y, para su sorpresa, ella quería hacer el amor. Así lo hicieron pero, al despertar la mañana siguiente, ella estaba distinta.
Miraba la playa y evitaba hablar de la noche anterior; inclusive, le pidió que se fuera. En ese momento, Jack entendió que había sido demasiado pronto.
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