La más insólita crítica llegó en las últimas horas desde el Palacio del Planalto. A la vuelta de su última visita oficial a Europa una de las tantas que ya han tenido lugar en todo el mundo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, expresó a su comitiva un particular malestar que sintió.
Por Infobae
Lejos de tratarse de algún encuentro indeseado o de alguna falla menor que generara un inconveniente en la agenda, el mandatario criticó la gastronomía francesa e italiana, dos países considerados capitales culinarias del mundo.
“Almorcé con (Emmanuel) Macron y con (Sergio) Mattarella. Dos comidas de palacio que no fueron tan buenas”, comentó Lula.
El problema con los platos radicó en la calidad de los alimentos y el tamaño de las porciones, que dejaron al Presidente insatisfecho tras las veladas.
En ese sentido, Lula expresó que, lejos de lo que se creería, no siempre tiene a disposición toda la comida que desea y, por ello, siempre extraña tener una bandeja de la que pueda tomar snacks ilimitados en cualquier momento.
“En cualquier caso, hemos sobrevivido”, cerró su idea.
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