La luz de los ojos de Pablo Escobar era su hija Manuela. Quería tanto cumplirle todos sus sueños, que cuando era pequeña le regaló un unicornio. La niña quería tener ese animal mítico y como el capo no pudo conseguirlo, simplemente hizo uno. Cuenta Popeye que cogió un fino caballo de su finca y le pegó un cuerno de vaca en la frente. Días después, el animal murió por la infección de esa improvisada cirugía. Tras la muerte del capo, la llamada princesa del cartel simplemente se desvaneció.
Por Semana
¿Qué pasó con ella? El portal Goal Coast se hizo esa pregunta y comenzó a indagar en su vida. En un artículo publicado esta semana, describe lo que pasó con ella de la siguiente manera. “Manuela Escobar nació el 25 de mayo de 1984, y su vida mientras su padre aún vivía parece tan aterradora que no es de extrañar que aparentemente se haya desvanecido en el aire desde su muerte… Aunque, sí, ella era la heredera de una fortuna de 30 mil millones de dólares”.
Sobre lo que fueron sus primeros nueve años, cuando su padre fue dado de baja en un increíble operativo de las autoridades, se tejen todo tipo de historias. La muerte del capo hizo que la familia Escobar Henao se fuera del país. Se sabe que cuando llegaron a Argentina ella tomó el nombre de Juana Manuela Marroquín Santos y su hermano, Juan Pablo, el de Sebastián.
La familia tuvo una vida tranquila en ese país gracias a ese anonimato. Ambos niños entraron a estudiar a un colegio en Buenos Aires, en el que hicieron amigos y tuvieron una vida relativamente normal, muy lejana a su pasado. Manuela iba en bus al colegio y tenía muchísimas amigas, cosa muy distinta a cuando vivía huyendo en Medellín.
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