El quinto encierro de los Sanfermines 2023, en la ciudad española de Pamplona (norte) fue rápido (2:21 minutos) y limpio, con un toro bravo en cabeza que hizo en solitario casi toda la carrera, en la que, según el primer parte médico, no se produjo ningún herido por asta.
Con bastante menos afluencia de corredores y espectadores que en jornadas anteriores, los toros de la ganadería de Núñez Cuvillo, acompañados por los mansos, recorrieron el trayecto desde los corrales de Santo Domingo hasta el coso, por el centro de la ciudad, junto a miles de personas que corrían junto a ellos, ataviadas de blanco y rojo, como manda la tradición.
La manada salió de los corrales de Santo Domingo ya separada, con los cabestros en cabeza, aunque rápidamente un bravo de color negro, de 555 kilos de peso, tomó la delantera del grupo junto a un hermano de pelaje colorado.
Este toro negro fue el protagonista de la carrera, ya que imprimió un ritmo vertiginoso al encierro, que transcurrió por la plaza consistorial y la calle Mercaderes con la manada aún hermanada y rodeada de mozos, que sufrieron algunas caídas.
De los primeros tramos del encierro fueron trasladados al hospital dos corredores, uno con contusiones y otro con un traumatismo craneal, según el primer parte médico.
La gran velocidad que llevaban los astados hizo que uno de ellos topara contra las tablas en una curva del recorrido y cayera al suelo, donde permaneció unos segundos tendido, antes de poder reincorporarse.
Esto hizo que el toro negro continuara en cabeza a su ritmo, abriendo una mayor distancia con sus hermanos, lo que permitió que muchos mozos tuvieran la oportunidad de hacer vistosas carreras ante las astas de los Núñez del Cuvillo.
Los toros demostraron nobleza pese a los comportamientos irresponsables de algunos corredores, que tocaron el lomo de los animales, algo que los conocedores de los encierros dicen que no debe hacerse.
A la entrada de la plaza, en el callejón, varios corredores cayeron en este acceso a la arena.
Ya en el coso, se volvió a repetir uno de los gestos irrespetuosos, cuando un mozo agarró del rabo a un morlaco, por lo que recibió la reprimenda de uno de los dobladores, los encargados de llevar a los toros a los toriles. EFE