Tesoro ancestral desata una feroz contienda: guerreros de terracota en el centro de una disputa épica en China

Tesoro ancestral desata una feroz contienda: guerreros de terracota en el centro de una disputa épica en China

Xian es mundialmente famosa porque en sus proximidades se encontraron los guerreros de terracota del emperador Qin Shi Huang (Getty)

 

El 11 de julio de 1975, el arqueólogo Zhao Kangmin avisó a las autoridades chinas uno de los mayores descubrimientos del siglo XX, un ejército de más de 8.000 guerreros de terracota que custodiaban la tumba del emperador Qin Shi Huang, enterrado durante más de dos mil años. Todo empezó con un hallazgo casual de un campesino, que dio aviso al arqueólogo, lo que dio lugar a una pelea que duró décadas.

Por infobae.com

Descubrimiento de los guerreros de terracota desencadena una guerra de reclamos en China

-¿Por qué quisiste mantener el hallazgo en secreto?- le preguntó años después el historiador británico John Man.

-Tenía miedo. Eran los últimos tiempos de la Revolución Cultural y temía que destruyeran a los guerreros. Unos años antes tuve que hacerme una “autocritica” porque me interesaba investigar “cosas viejas”- respondió Zhao Kangmin, nieto de campesinos, arqueólogo autodidacta, curador del Museo de Lintong y responsable de uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes y espectaculares del siglo XX: el ejército de más de ocho mil guerreros de terracota en tamaño natural -con armas y caballos- montado 2.200 años antes para defender la tumba del emperador Qin Shi Huang.

El secreto de Zhao Kangmin duró poco más de un año, desde abril de 1974 hasta el 11 de julio de 1975, cuando debió informar a las autoridades de su hallazgo. No lo hizo por propia voluntad sino porque un periodista la agencia estatal Xinhua descubrió en qué estaba trabajando.

Todo había comenzado cuando atendió una llamada telefónica en el museo. Del otro lado de la línea, su interlocutor le contó que unos campesinos que estaban trabajando en unos campos de una zona cercana a la ciudad Xi’an habían encontrado lo que parecía ser un guerrero de terracota cuando estaban excavando un pozo de agua.

Zhao tenía experiencia en ese tipo de hallazgos, porque ya tenía en su haber varios descubrimientos de importancia, entre ellos las figuras de tres ballesteros arrodillados, cuya antigüedad no había podido establecer con precisión.

La descripción que le habían hecho del guerrero de terracota le hizo pensar que podía tratarse de una pieza de la dinastía Qin, la que había unificado el imperio no sólo por las armas sino también con la imposición de sistemas únicos de escritura, dinero, peso y medidas junto con la construcción de canales y caminos.

La tumba de emperador responsable de todos esos logros estaba muy cerca del pozo donde los campesinos habían encontrado la estatua, de modo que la pieza debía ser de esa época.

Apenas terminó la llamada, Zhao Kangmin le pidió a un ayudante que lo acompañara y fueron al lugar en bicicleta. “Estábamos tan emocionados que íbamos en bicicleta tan rápido que parecía que estábamos volando”, escribió en un ensayo muchos años después. “Tenía muchas expectativas, pero nunca me imaginé la magnitud de lo que iba a encontrar”, contó.

Al llegar, se reunió con los campesinos que habían estado excavando el pozo, que le mostraron el lugar y le contaron cómo habían descubierto al guerrero.

Los guerreros de terracota que protegen al emperador

El pozo y los campesinos

El campesino Yang Zhifa le contó a Zhao Kangmin que estaba trabajando a punta de pala con sus hermanos para hacer un pozo de agua que ya tenía casi cinco metros de profundidad.

Los hermanos se turnaban en la tarea de cavar en el fondo y en eso estaba Yang Zhifa cuando su pala chocó con algo duro. En lugar de volver a golpear con la pala, el campesino se arrodilló y empezó a remover la tierra con sus manos, para ver de qué se trataba, y pronto descubrió algo que tenía forma circular.

Nativos de los campos de la zona, entre la ladera del monte Li y el río Wei, los hermanos sabían que estaban trabajando en un lugar donde solían aparecer restos arqueológicos. A poco más de un kilómetro del pozo se levantaba la tumba del primer emperador de China, Qin Shi Huang, durante cuya dinastía, entre los años 221 y 206 antes de Cristo, se había unificado por primera vez el país.

La primera impresión de Yang Zhifa -contaría después- fue que se trataba de un cuenco, pero cuando siguió cavando alrededor quedó al descubierto el cuello de una escultura de terracota. Los hermanos siguieron sacando la tierra de alrededor de la figura hasta dejarla completamente a la luz. Lo que vieron fue un guerrero de terracota de altura un poco superior a la normal, apoyado sobre un piso de ladrillo.

Pensaron que podía tratarse de algo importante y entonces Yang decidió llamar al museo, donde lo atendió Zhao Kangmin.

Esa llamada, además de ser el primer paso de un descubrimiento extraordinario, marcó el comienzo de una relación que enfrentaría durante años al arqueólogo con el campesino.

Los guerreros de la dinastía Qin, una de las ocho maravillas del mundo, fueron descubiertos en 1974 en el lado este de la tumba del primer emperador chino Qin Shihuang en Lintong. Son más de 8.000 guerreros de barro y 500 caballos que fueron enterrados en tres fosas para custodiar la tumba del emperador (Getty)

Los dos primeros guerreros

Después de examinar la escultura, Zhao Kangmin y su ayudante empezaron a trabajar alrededor de ella y encontraron fragmentos de otras: piernas, brazos y dos cabezas. Los recogió y al día siguiente las trasladó al museo en un camión.

Trabajó incansablemente durante dos días y tuvo su premio: frente a él tuvo armados dos imponentes guerreros de terracota de 1,78 metros de altura.

Como le contaría después al historiador británico John Man, trabajó en secreto. Corrían los últimos tiempos de la Revolución Cultural y temía que el gobierno ordenara destruir las piezas por ser “cosas del pasado que atentaban contra la purificación de la sociedad”.

Se equivocaba. Cuando finalmente tuvo que informar sobre el hallazgo a Beijing, las autoridades del Partido Comunista pusieron a su disposición todo lo necesario para seguir trabajando.

En los meses siguientes, el equipo arqueológico logró desenterrar unos quinientos guerreros y otras esculturas.

Detalle de los guerreros de terracota de Xi’an, en China, con sus uniformes. Fueron tallados dos siglos antes de Cristo

El ejército del emperador

Con el tiempo y el avance de los trabajos, se comprobó que esas piezas y muchísimas más formaban parte de un proyecto subterráneo de 56 kilómetros cuadrados, construido por orden del emperador Qin Shi Huang poco después de haber asumido el trono, cuando tenía 13 años.

En toda su extensión ordenó colocar miles de guerreros de terracota en formación de batalla para defenderlo cuando muriera. Se trataba de un trabajo excepcional, no solo por su magnitud sino también por sus detalles: ningún guerrero debía ser igual a otro, sus rasgos debían ser diferentes. También hizo esculpir carros y caballos y proveyó a su ejército de los muertos con miles armas de bronce.

Los arqueólogos también encontraron espadas sin oxidar, protegidas por una capa de cromo: también ballestas automáticas y puntas de flecha que, evidentemente, habían sido fabricadas en serie, un verdadero avance industrial para la época.

Las figuras estaban pintadas en rojo brillante, azul, rosa y oro, pero perdieron el color por el tiempo transcurrido y al ser excavados. Además de los soldados, había figuras de caballos

 

 

Lea nota completa Aquí

Exit mobile version