Un ensayo clínico con el fármaco donanemab logró ralentizar “significativamente” la progresión clínica de la enfermedad de Alzheimer sintomática en fase temprana.
Los resultados del ensayo en fase 3 ya fueron dados a conocer por la farmacéutica Lilly el pasado mayo y ahora son publicados en la revista Jama.
El ensayo se realizó con 1.736 participantes de entre 60 y 85 años y el fármaco donanemab, un anticuerpo monoclonal diseñado para eliminar la placa amiloide cerebral.
Una de las manifestaciones tempranas del alzhéimer es la anormal acumulación del péptido beta-amiloide, que puede formar grandes placas en el cerebro y perturbar la función de las sinapsis, además de la formación de ovillos de proteína tau.
El medicamento experimental “ralentizó significativamente la progresión clínica a las 76 semanas” entre los participantes con enfermedad de Alzheimer sintomática temprana y patología amiloide y tau .
Junto al estudio, Jama publica un análisis firmado por Gil Rabinovici, director del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), quien no participó en la investigación.
Rabinovici recordó que con este nuevo fármaco (aún a la espera de autorización para su uso) son ya tres los tratamientos disponibles (donanemab, aducanumab y lecanemab) y que este campo “empieza a mostrar avances en la lucha por frenar” el alzhéimer.
El experto señaló que estos fármacos funcionan mejor en las fases más tempranas de la enfermedad y se necesitarán otras terapias para ayudar a los enfermos avanzados.
El ensayo demostró que donanemab ralentizaba el deterioro cognitivo en un 35 % en comparación con placebo en pacientes con niveles de tau en el cerebro de bajos a intermedios.
Los pacientes también experimentaron un 40 % menos de riesgo de pasar de deterioro cognitivo leve a demencia leve, o de demencia leve a moderada.
Rabinovici destacó que el fármaco experimental eliminó mejor las placas amiloides que los otros dos y redujo las concentraciones de tau en la sangre, “pero no en una zona clave del cerebro”.
El científico consideró que estos resultados son “alentadores”, pero que aún es necesario un análisis en profundidad para comprender cómo afectan estos hallazgos a los resultados de los pacientes.
Además, aquellos con una enfermedad más avanzada mostraron pocos o ningún beneficio en comparación con quienes recibieron el placebo.
Rabinovici recordó que el fármaco puede tener efectos secundarios potencialmente graves, lo que debería empujar a los expertos a “apuntar más alto en el desarrollo de tratamientos más impactantes y seguros”.
Al igual que los otros dos medicamentos ya disponibles, donanemab se asoció con anomalías de imagen relacionadas con el amiloide (ARIA), un efecto secundario que puede suponer inflamación en áreas del cerebro y microhemorragias.
En este caso, ese efecto secundario se produjo en un 24 % de los casos y en un 3,7 % fue grave, con tres fallecimientos que se consideraron relacionados con el tratamiento.
Los riesgos fueron mayores entre los pacientes con el gen APOE4, relacionado con un mayor riesgo de Alzheimer, por lo que Rabinovici cree que debe recomendarse hacer pruebas genéticas antes del tratamiento con anticuerpos monoclonales.
El donanemab debe limitarse a pacientes con niveles de tau de bajos a intermedios, lo que indica una enfermedad leve, mientras otros ensayos están evaluando la eficacia de los anticuerpos monoclonales en la fase inicial de la enfermedad, antes de que aparezcan los síntomas.
El experto destaca como una de las principales limitaciones del ensayo que sólo el 8,6% de los participantes estadounidenses no eran blancos, lo que plantea problemas éticos en cuanto a la “generalización de los resultados a las poblaciones de mayor riesgo”.
EFE