Con delincuentes es imposible dialogar y llegar a acuerdos que se respeten y cumplan. Un delincuente no tiene palabra de honor y si la declara, es para engañar. Este es el verdadero y real escenario ‘político’ que en la actualidad se encuentra usurpando el poder, tanto en el Ejecutivo nacional como en el resto de las instituciones del fragmentado Estadovenezolano, y donde también participan, muchos dirigentes de la llamada oposición oficialista.
El problema fundamental en Venezuela es moral, ético y de principios y valores. Indudablemente que, para llegar a un proceso electoral y cambio real, debe ocurrir una transición que pase por atender la ‘Emergencia Humanitaria Compleja’, que ha llevado a las estadísticas del horror: Cerca de 8 millones de migrantes, un 85% de la población en situación de pobreza, más de 42% de la población infantil subalimentada y en desnutrición extrema, los índices económicos, todos, en ‘rojo-rojito’ con la industria petrolera semiparalizada. La invasión solapada de cubanos, iraníes, chinos, sirios, rusos, como ‘asesores estratégicos’, en bases militares, áreas industriales, notarías y registros públicos, hospitales, y otras dependencias.
A lo anterior debe sumársele la cotidianidad del venezolano común, con sueldos-salarios, en promedio, que no superan los 15 dólares mensuales, padeciendo los rigores por la falta y escasez, de gas doméstico, gasolina, electricidad, agua potable, aseo domiciliario, telefonía e Internet, vialidad sin mantenimiento (vías de acceso rurales destruidas), entre un rosario de calamidades, donde la atención socio sanitaria ‘no es apta para el consumo humano’, porque el riesgo de contaminación por insalubridad (bacterias hospitalarias), falta de materiales médicos e insumos, no protegen la vida.
Es cierto que el escenario electoral siempre será mejor y deseable, frente al terrorífico conflicto de una guerra. Pero es que la sociedad venezolana transitó la violencia generalizada del Estado contra la sociedad civil, los años 2014, 2015, 2016, 2017, 2018 hasta mediados del 2019. En 6 años la violencia que desató el Estado venezolano contra la sociedad, se evidencia en los cientos de miles de brutales actos criminales que desató el poder institucional, policial-militar y sus grupos de control (bandas y colectivos paramilitares de guerrilla urbana y hampa organizada), aliados del régimen y del partido en el poder. El resultado de este atroz y sádico ‘plan estratégico’, está en las actas y declaraciones de los afectados, en la Corte Penal Internacional, en La Haya. Miles de asesinados, apresados, torturados y desaparecidos. Cientos de miles más, minusválidos o con lesiones psicológicas post traumáticas de por vida. A la fecha, existen poco más de 300 ciudadanos, entre civiles y militares, apresados en las cárceles. Hasta perros han sido secuestrados y hechos prisioneros, para obligar a sus dueños a entregarse. Varios de estos canes al final murieron. Este es el verdadero rostro de la barbarie, en 24 años padecidos por la población venezolana, despreciada y humillada, del régimen totalitario nacional-socialista-chavizta del siglo XXI.
Mantuve, mantengo y mantendré, frente a esta humillante, degradante, planificada y continua estrategia de desintegración social, adelantada por la dirigencia del régimen y sus aliados terroristas internacionales, involucrados en la ejecución de actos contra los más elementales derechos humanos, mi posición de intervención militar internacional, selectiva, que lleve a la captura de los criminales, quienes, disfrazados de políticos, y sus cómplices opositores, desarrollan estrategias para ejecutar inhabilitaciones políticas, persecuciones, detenciones y posibles desapariciones contra opositores honestos, democráticos y civilistas. La participación de la sociedadorganizada y activa, que nunca ha claudicado frente al totalitarismo y la arbitrariedad del poder usurpado porNicolás Maduro, sus pandilleros y políticos corruptos opositores, es fundamental para derrotar al régimen nacional-socialista-chavizta imperante.
La estructura político-administrativa del Estado venezolano hace años fue alterada, fracturada y mediatizada, para imponer un régimen notoriamente totalitario y arbitrario, que administra una justicia de grupos de poder, alienada y sesgada, para aparentar ante la opinión pública internacional,que existen en Venezuela separación de poderes y tribunales ordinarios justos.
Ante un escenario como el descrito en párrafos precedentes; ¿Es posible lograr desplazar al nacional socialismo venezolano, llamado chavizmo, del poder? La respuesta, deseando no desembocar en una nueva carnicería del poder contra la sociedad, es afirmar el principio de justicia y libertad, de la sociedad venezolana, y su deseo de lograr, en la unidad nacional, la avalancha cívica y democrática frente a la ‘urna electoral’, y no en las urnas de ingenuos que serían carne de cañón de los grupos radicales, deseosos por desatar la violencia generalizada para continuar en el poder.
Ir a un escenario electoral sería válido, sí y solo sí, se cuenta con la presión social en la calle (que lo está demostrando, una vez más), la comunidad internacional presionando e impidiendo las zancadillas políticas, tanto de los pillos del régimen como de los ‘opositores de maletín’, así como la movilización constante de observadores internacionales, tanto en la constitución de rectores y árbitros electoralesjustos y neutrales, como también la ingeniería electoral quedebe contar con la participación de la sociedad civil organizada, y con la mínima participación militar, pues la credibilidad de estos últimos está en duda, y, de muchos de ellos, no puede esperarse neutralidad alguna.
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