Cajerío, por Luis Barragán @Luisbarraganj

Cajerío, por Luis Barragán @Luisbarraganj

Luis Barragán @LuisBarraganJ

La noción de ahorro ha perdido todo valor en el curso del presente siglo, destruyendo aquellas instituciones que lo estimulaban. Todo sacrificio es castigo, bajo el socialismo huérfano de cualquier compensación.

Antes, la sola pertenencia a una caja de ahorros, significó la expectativa y posibilidad cierta de adquirir una vivienda u obtener un préstamo para remodelarla, gozar de una póliza de seguro, andar en vehículo propio, cubrir los compromisos académicos, actualizar el equipo telefónico, y hasta vacacionar. Y, nada casual, la directiva de la entidad debía elegirse periódicamente por el sufragio personal, directo y secreto de su membresía.

La exclusiva consideración de los préstamos hipotecarios, por ejemplo, nos permite calibrar la conveniencia e importancia del cajerío. Y, en última instancia, la de trabajar, literalmente trabajar aún en el país de las facilidades rentísticas.





Por ello, valoramos la denuncia que ha hecho recientemente el gremio profesoral por ante la Fiscalía General de la República, porque – en el caso del sector público – el Estado no ha realizado los debidos aportes y, peor todavía, se ha apropiado del dinero que ha descontado sistemáticamente al personal docente de la Universidad Simón Bolívar, por largo tiempo.

Valga acotar, intermediando el sistema llamado Patria, un impersonalísimo dispositivo tecnológico y administrativo, a cada profesor se le descuenta por su afiliación a la asociación de larga data y tradición en Sartenejas, pero los recursos no llegan al gremio, siendo enorme la deuda laboral contraída con su reducidísimo personal y, prácticamente, por estos años, la directiva ha subsidiado su funcionamiento con lo poquísimo que personalmente tiene. Sin dudas, algo asombroso en la era no menos asombrosa de los fracasos socialistas.