Entre estos dos tipos de hombre existe, dice Aron, una diferencia abismal. Con su particular método de análisis siempre toma como punto de partida un hecho trivial de la vida cotidiana que todo el mundo entiende, y luego va ascendiendo en espiral hacia niveles más complejos.
Para el caso que nos interesa su punto de partida es: la conversación entre una persona (hombre-individuo) y un agente de la policía (hombre-organización). Sabemos que el tipo de relaciones que tenemos con un agente son relaciones impersonales, de neutralidad afectiva, pues nos dirigimos a él como un funcionario que cumple una función en una institución. No nos dirigimos a él como un individuo como tal, sino a una persona que cumple un papel especial definido por la organización a la que pertenece.
Este Individuo-Organización (un militar es un buen ejemplo) tiene un código de comprensión de la realidad influido por la institución de la que forma parte (las FAN). Para bajar a tierra, varios líderes opositores desconocen esta realidad descrita y erróneamente se refieren o relacionan con ellos como si fueran hombres-individuo (ej. “los militares son iguales a todos los venezolanos”, “están del lado del pueblo”, etc).
Los militantes de partidos son Hombres-Organización.
(O debieran serlo)
De manera similar al agente de policía o al miembro de las FAN, el militante de un partido político es un individuo-organización. Se encuentra integrado en una estructura donde hay MANDO, esto es OBEDIENCIA de quien está en una posición jerárquica inferior a quien ocupa una posición superior.
El organigrama refleja la estructura de mando: el JEFE del partido es el Secretario General, así como el Ministro de Defensa lo es de las Fuerzas Armadas. A la organización para lograr su objetivo particular se le impone que respete la línea de mando. Por ello, con Sartori, defendemos el acatamiento de la línea partidista como el eje de la existencia de los partidos políticos para lograr su particular fin en democracia: llegar al poder, alcanzar el Poder Ejecutivo (Presidente o Primer Ministro).
El rechazo que como individuos manifiestan tantos valiosos intelectuales y librepensadores con los partidos que llegan al gobierno es la principal fuente de conflictos y malentendidos de esos individuos con unas organizaciones (partidos) a las que no pertenecen. Así pasó en Venezuela cuando gobernaban AD y COPEI. Ahora la controversia proviene de miembros de organizaciones de la sociedad civil que desde fuera de las organizaciones políticas quieren llegar al poder.
En ambos casos el resultado ha sido el debilitamiento de los partidos. Eso no ocurre en las democracias de partidos: ni en Inglaterra, ni en EEUU. Allí desde hace siglos gobiernan 2 partidos políticos: conservador o laborista y republicano o demócrata.
La efectividad de los partidos políticos también se ha visto menoscabada por la migración de miembros de AD y COPEI, tras su debacle en 1998, hacia los partidos nuevos: Primero Justicia (PJ) y Voluntad Popular (VP). A esto se añade un hecho reciente: la migración entre los partidos nuevos que se ha acentuado con las Primarias. Esta fluidez de militantes entre las organizaciones políticas actuales refleja la preocupante realidad y debilidad de ellas para alcanzar su objetivo.