Una de las peores tragedias que enfrenta la humanidad en este siglo XXI es la del cambio climático, el calentamiento global, el cual ha traído consigo inundaciones, extensos incendios forestales, desaparición de ríos y lagos, deshielo polar, severas tormentas y tornados, además de un incremento de la temperatura promedio en el planeta que ha generado el verano más caluroso de la historia en este año. Esta tragedia que debería unir a todos los seres humanos en la búsqueda de soluciones ha sido, como casi todo lo demás en esta época de guerras culturales, una víctima de la ideologización. En efecto, ya se hace fácil predecir lo que A o B o C piensan sobre este fenómeno al saber cuál es su ideología. Si son blancos supremacistas están contra el aborto, rehúsan hablar con los gays, andan armados hasta los dientes, dicen que Bill Gates o George Soros quieren someter a la humanidad a sus designios; si se resisten a ser vacunados, si piensan que Putin tiene razón en haber invadido a Ucrania o figuran entre quienes sospechan que el hombre nunca fue a la Luna o que la Tierra puede ser plana; si dicen que Biden es un pedófilo o que a Trump le robaron las elecciones; si dicen que el petróleo no contamina y que la energía verde no es factible; entonces, casi seguramente también niegan el cambio climático y sugieren que esa es una treta que le permite a Al Gore enriquecerse y a la niña Greta Thunberg hablar necedades en Davos.
Quienes creen que sí hay una tragedia en marcha llamada cambio climático y le atribuyen al hombre una buena parte de la responsabilidad suelen tener posiciones antagónicas a las arriba enumeradas, algunas igualmente extremas e injustificadas.
Como resultado estamos asistiendo, de manera bastante letárgica, a la destrucción del planeta mientras los dos grandes grupos ideologizados utilizan el tiempo, el dinero y el ingenio que deberían utilizar en unir fuerzas, para pelear entre sí.
Lo que nos dicen los científicos en su búsqueda de lo factual debe enfrentar las opiniones más descabelladas y menos sustanciadas posibles, pero acogidas con entusiasmo por cada bando simplemente porque refuerzan sus prejuicios. En esencia, el grupo que niega la influencia humana en el cambio climático aboga solamente por la adaptación a lo que ellos piensan es algo inevitable porque ha sucedido antes, cuando el hombre no estaba en la tierra.
Y en efecto, ha ocurrido antes, pero no es menos cierto que ahora el hombre tiene un papel fundamental en este proceso, con el uso por más de cien años de combustibles fósiles contaminantes. Esta práctica se ha convertido en un agente geológico de destrucción y quienes así piensan urgen una acción de mitigación, no solamente de adaptación. Dicen que no nos debemos resignar simplemente a mudarnos de sitio cuando se nos inunda nuestro pueblo o a vivir bajo tierra como las termitas para escapar del calor, sino que debemos actuar para detener el calentamiento, mediante la transición rápida de combustibles fósiles contaminantes como el carbón y el petróleo a gas natural y energía renovables de diversas fuentes, además de herramientas tecnológicas orientadas a almacenar el dióxido de carbono que pueda generarse durante la transición.
Increíblemente, esta actitud proactiva es atacada por el otro grupo a través del intenso y apasionado descrédito de sus proponentes. Como decían los antiguos griegos, al hablar de la Hibris: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco».
Hace poco vimos un video (https://twitter.com/i/status/1690074723109994496) del explorador Charles Brewer Carías, quien ha hecho importantes descubrimientos morfológicos en el sur de Venezuela, en el cual dice que el calentamiento global: «No tiene nada que ver con el hombre”, sino con la oscilación del eje de la Tierra. Agrega que “desde el Paleozoico, hace 2 millones de años, se han llevado a cabo múltiples procesos de este tipo”. Al decir esto, Brewer confunde el Paleozoico con el Pleistoceno, porque el Paleozoico es la era más antigua del planeta, data de 700 y más millones de años. Quien comete este pequeño error de 700 millones de años, bien podría estar equivocado en lo otro.
Dice que los volcanes son más contaminantes que los autos. Esto no es correcto: ver, https://www.climate.gov/news-features/climate-qa/which-emits-more-carbon-dioxide-volcanoes-or-human-activities , donde puede leerse que la actividad humana emite 60 veces más dióxido de carbono que la emisión de todos los volcanes.
Dice que el calentamiento global es generado por la oscilación del eje terrestre. De nuevo, es incorrecto. Ver: https://socratic.org/questions/is-it-possible-that-the-wobble-of-earth-s-axis-is-the-cause-of-climate-change.
Allí se dice que “la oscilación del eje terrestre es un ciclo de 26.000 años cuyo efecto sobre el clima de la Tierra es mínimo”.
Este video de Brewer Carías contrasta con el informe https://www.ipcc.ch/, el de mayor autoridad científica en 2023, suscrito por más de 200 científicos de todo el planeta el cual dice en su resumen ejecutivo:
“Human activities, principally through emissions of greenhouse gases, have unequivocally caused global warming, with global surface temperature reaching 1.1°C above 1850-1900 in 2011-2020?.
Traducido: “Las actividades humanas, a través de la emisión de gases de invernadero, han causado, sin duda alguna, calentamiento global con temperaturas que se han incrementado en 1,1 grados centígrados desde principios del siglo XX”.
Yo no soy experto en estos temas. Soy un geólogo con conocimientos básicos y veo lo que está ocurriendo y saco mis propias conclusiones, las cuales parecen estar corroboradas por los estudios de centenares de científicos.
Me niego a caer en la trampa de la ideologización de un tema que puede generar la destrucción de la especie humana. Pido a todos que escuchemos lo que los científicos de todo el mundo nos dicen y registremos lo que nuestros ojos nos están diciendo sobre lo que sucede ya a diario en todo nuestro pequeño planeta.
Y actuemos.