Alfredo Maldonado: Mal estamos los calvos

Alfredo Maldonado: Mal estamos los calvos

Porque fíjese usted lo peludísimo que es el hombre que le metió el susto en el cuerpo a los presidenciales argentinos, que pasarían del peludo, limitado pensador y siempre bien peinado Alberto Fernández a una mata de pelo exgerado de apellido Milei, que lleva tiempo de programa en programa de televisión en Argentina señalando todos los bien conocidos –pero populares- errores del peronismo y su triste corolario kirchnerista, y las medidas que tomará para resolver la ya eterna inflación y debilidad del peso argentino, empezando por dejar que los hermanos tangueros usen la moneda que les dé la gana y mandando a la mierda al muy poco eficiente Banco Central de la República, que para lo que sirve mas le vale a la Casa Rosada ahorrarse esos pesos y esperar semanalmente las decisiones del Tesoro estadounidense y que sean ellos, allá en Washington, quienes paguen esos costos salariales.

Que casi lo mismo podrían hacer aquí en Venezuela, donde el chavismo y su heredero el castromadurimo han hecho un montón de devaluaciones y de todos modos el bolívar vale cada día menos, y para eso que las decisiones y las informaciones del cambio sean cosa de Dólar Today o el tal Monitor creo que financiero que tampoco nos da buenas noticias.

Claro, siempre queda el consuelo de que el peso cubano está peor, pero sabemos que su veteranía chula ya les conseguirá un paganini ya que la teta roja venezolana se agota y cada día le queda menos para chupar.

¿Se ha dado cuenta usted de lo peludo y ya con canas que es Nicolás Maduro pero no se le caen el pelo ni la vergüenza y se disfraza de militar para ejercer de chofer que parece que es lo que mejor se le da?

En Colombia el peludo chico Nicolás hijo de Gustavo el hablachento luce el pelo largo y suelto para echarle un vainazo a su papá, quien se defiende aclarando que no sabe de plata destinada a él pero que su muchacho se cogió ni tampoco lo crió, mientras nada dice del policía que se le suicidó en casa pero sí le dice pesadeces a la hermosa Vicky Dávila que si tiene pelo y peinado bonitos y le da hasta con el tobo, será cosa de pelo, piensa uno.

Porque también en España los peludos parecen estar dando la nota. El tipo flaco de apellido socialista aunque ejercía de castrochavista se corta la coleta quizás para intentar recuperar el partido que perdió en el camino, y el catalán de pelo denso cortado como con ponchera, el tal Puigdemont, trata de cobrarle muy cara desde el exilio la investidura a Pedro Sánchez que parece dispuesto a aliarse con quien sea para seguir en un Gobierno que ha hecho de mal a peor y cuyas llaves conserva sólo porque el Partido Popular de ahora parece tener al único gallego gilipollas y el rey no tiene sangre torera sino Borbón y no se atreve a tirarse una parada, aunque muchos no la esperan.

De todas maneras ya nos hemos acostumbrado a ver una España de medio pelo, un país con angustias económicas que se resiste a sacrificar comodidades y que ni de lejos es el que se le plantó a Napoleón y sus franceses en aquél siglo XIX cuando los españoles de América peleaban frontal e insistentemente por su independencia, los de la península por la suya mientras en Madrid intentaba gobernar lo mejor posible un hermano imperial calificado como Pepe Botella y en la corte el emperador se iba echando a perder mientras se divertía con los dos Borbones españoles, uno padre necio el otro hijo de puta, que se daban navajazos en las respectivas espaldas.

Y en Estados Unidos ya se sabe, mientras a Joe Biden se le cae el pelo defendiendo a su hijo ladrón, Donald Trump conserva el peinado.

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