El Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, afirmó este jueves que la creciente militarización de Corea del Norte explica gran parte de los atropellos a los derechos humanos en ese país, en una sesión del Consejo de Seguridad dedicada a la situación de los derechos fundamentales en la nación asiática convocada por Estados Unidos.
Türk puso como ejemplos el trabajo forzoso de los presos políticos, la participación de escolares en la cosecha agrícola, la cuota de bienes que cada familia da al Gobierno o la confiscación de salarios para trabajadores en el extranjero, todo ello con el fin de “sostener el aparato militar del Estado y su capacidad de producir armas”.
Hacía seis años que el Consejo no abordaba el caso de los derechos humanos en Corea del Norte -suele reunirse para estudiar su programa nuclear, y la sesión sirvió para exponer crudamente la magnitud de las violaciones por parte de Türk, que encontraron eco en la mayor parte de los países.
Además del trabajo forzoso y la consideración de la actividad privada casi como un delito, o la inexistencia de la libertad de expresión, pensamiento, religión o reunión -ejercicios que pueden ser “sancionados con ejecuciones extrajudiciales”, Türk destacó el asfixiante control ciudadano.
“La vigilancia del Gobierno sobre sus ciudadanos, en el país y el extranjero, ha crecido con una intensidad raramente vista en otros países: el derecho a la privacidad es violado sistemáticamente. Las casas están sujetas a registros aleatorios, y los vecinos y familiares son animados a denunciarse entre sí”, dijo Türk.
Este último hecho fue ilustrado por un ciudadano norcoreano, llamado Ilhyeok Kim, que huyó del país hacia Corea del Sur con su familia y relató cómo una hermana de su padre que se quedó en el país fue detenida y torturada durante meses por no haber denunciado los planes de partida de sus familiares.
GASTAR EN MISILES Y NO EN ALIMENTOS
El testimonio de Kim -que había sido invitado por EEUU a la sesión como “miembro de la sociedad civil”- fue especialmente emotivo, pues tuvo que aguantar las lágrimas en varias ocasiones y dijo que desde el covid la situación de la población ha empeorado, lamentando que “con lo que cuesta un misil norcoreano el Gobierno podría alimentar tres meses al pueblo”.
La embajadora estadounidense, Linda Thomas-Greenfield, cifró en 80.000 el número de presos por razones políticas en un país que practica la represión mediante las ejecuciones, torturas, abortos provocados, forzados, hambrunas o la repatriación forzosa de sus ciudadanos disidentes, explicó.
La diplomática dijo que era lamentable que algunos países protejan a Corea del Norte de la rendición internacional de cuentas por todos estos atropellos, y aunque no los nombró, pronto quedó claro que hablaba de China y de Rusia.
Y es que los representantes de China y Rusia en el Consejo -aliados habituales de Pionyang- tomaron la palabra para criticar que el Consejo de Seguridad se extralimitó en sus funciones al dedicar una sesión a los derechos humanos en un país “cuando no suponen una amenaza a la paz y la seguridad internacional”, como dijo el embajador adjunto chino, Geng Shuang.
Las palabras más duras, como ya viene siendo habitual en casi todos los temas que trata el Consejo, vinieron de boca del embajador adjunto ruso, Dmitry Polyanskiy, quien calificó la sesión de hoy de un “intento vergonzoso de politizar el Consejo”, además de “hipocresía occidental” y “provocación” cuando el verdadero problema coreano -alegó- es la militarización de la península que promueve Washington. EFE