Estoy en las antípodas del Partido Comunista de Venezuela; mi posición ideológica es totalmente contraria a lo que ellos representan con su visión política, económica y social.
Sin embargo, a pesar de mí firme criterio de oposición al comunismo también soy un convencido de la democracia y de la legalidad, por ende, es inadmisible que Nicolás Maduro prosiga en su afán de secuestrar los partido políticos sean del signo que sean.
Usurparon, a través del TSJ, a Acción Democrática, Copei, Voluntad Popular; secuestraron los colores y símbolos de Primero Justicia con ese adefesio llamado Primero Venezuela.
E, igualmente, lanzaron los zarpazos a grupos de izquierda que le eran incómodos empezando con el partido Patria Para Todos (PPT) y Los Tupamaros; y ahora, le tocó el turno al mismísimo Partido Comunista de Venezuela.
A Maduro no le cayó en gracia que los comunistas empezaran a criticarlo, a promover agendas independientes y de exponer sus fechorías ante el mundo izquierdista. Por tal razón, sin temblarle el pulso, los usurpó.
Permítanme aquí recordar el poema del pastor luterano alemán Martin Niemöller, quien escribió:
“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.
Debemos reflexionar sobre eso; aunque no creo ni comparto ninguna premisa de los comunistas; no obstante, no estoy de acuerdo que le cercenen sus derechos políticos.
Lo que debemos tener claro es que bajo este modelo nadie se salva; por muy socialista que usted sea, por muy comunista o admirador de Stalin, el “Che”, Lenin o Mao, ningún está a salvo si llegase a pensar de forma independiente.
A Maduro y a su gobierno lo que le agrada son mansas ovejas, personas que se metan en su rebaño y marchen según su ritmo y su conveniencia. Es decir, quieren una sociedad que camine tranquila directo al matadero.
Y justamente eso es lo que combatimos en Vente Venezuela; nosotros bajo el liderazgo de María Corina Machado queremos un país de hombres y mujeres libres, una sociedad de personas que piensen y contribuyan con sus ideas a pesar que esas ideas no sean las mismas de nosotros.
Quien quiere la libertad defiende el derecho que tienen sus críticos de opinar y de hacer según de criterio y su cosmovisión.
Para Maduro lo ideal es un partido único como en China, pero bajo una careta democrática algo así como hicieron los del PRI (en Mexico) durante casi 70 años y ahora los orteguistas en Nicaragua o los castristas en Cuba.