En los pueblos de América Latina, como de otras latitudes, está ocurriendo un fenómeno muy interesante. Y se trata de lo siguiente. Por décadas, en el Mundo Occidental, los países democráticos, en donde los llamados y autoproclamados políticos gestionarios se agrupan en organizaciones denominadas partidos políticos, y cada uno con su propia ideología de socialdemócratas, socialcristianos, comunistas, los Partidos, en términos simplistas o coloquiales, son calificados de derecha, centro o de izquierda.
Dicha calificación se corresponde con la denominación de Izquierda, que nace en la Francia de 1789, exactamente, durante el inicio de la Revolución Francesa. Es decir, cuando los miembros de la Asamblea Nacional, que se pronunciaban por un cambio radical (hoy los comunistas) se sentaban en el lado izquierdo, y los calificados conservadores (hoy republicanos) se ubicaban en el lado derecho.
Ahora bien, los avanzados cambios tecnológicos, especialmente en el campo de las comunicaciones, han permitido la comunicación instantánea con el mundo en tiempo real, permitiendo obtener información de cualquier tipo. Tal hecho ha contribuido a un cambio drástico y evolutivo en el comportamiento humano, donde la educación y preparación del individuo es indispensable para lidiar con una creciente competencia cada día más preparada. Pero, además, ha obligado al ser humano a preocuparse por su subsistencia y la satisfacción de sus necesidades al día de hoy. Y lo ha hecho desviando su interés por ideologías o temas abstractos, concentrándose más en la economía como un la producción, el rendimiento y los beneficios.
En términos coloquiales, se podría decir que los pueblos son hoy más pragmáticos, y, con acceso fácil y permanente a la comunicación. Y la verdad es que “NO CREEN EN PAJARITOS PREÑADOS”, en discursos ni en promesas. Sí lo hacen en la eficiencia, la producción, los beneficios, el bienestar o la calidad de vida. Ahora, ¿en qué se ha traducido dicha realidad? Esto ha ocasionado la ruptura o el distanciamiento, como la falta de credibilidad en las organizaciones políticas y sus dirigentes. Y, adicionalmente, a su vez, ha exigido posibilidades de desarrollo, beneficios personales, seguridad y servicios públicos, en retribución al pago de impuestos, de eficiencia y de rendición de cuentas públicas, además de claridad de gestión y de una activa participación supervisora ciudadana. Asimismo, de una eliminación de la repartición de cargos públicos y beneficios por intereses personales o amiguismos.
Como resultado de esa corriente renovadora, desde luego, lo que la sociedad está apreciando adicionalmente es la pérdida de prestigio, de solidaridad y de credibilidad, para con aquellos partidos políticos y su dirigencia que no han entendido estos cambios, y que, en muchos países, estén surgiendo nuevos líderes denominados “OUTSIDERS”, es decir, sin procedencia partidista y creyentes en la producción, la competitividad, la calidad, la eficiencia y, sobre todo, en propiciar ingresos y calidad de vida.
Ante tales hechos y lo que representa dicha realidad, es menester aterrizar en el caso de Venezuela. Es decir, en el país inmerso en una muy compleja situación, y que plantea lo obvio, para formular un hecho inevitable: ¿Qué podemos observar en el panorama socio político?
Se trata de un país que ha desmejorado en todos los aspectos, y que ha sido llevado a situaciones extremas de pobreza y destrucción. Adicionalmente, que ha pasado a ser la expresión de la diáspora más grande del Continente. Hasta convertirse en el país donde todas las encuestas registran grados de pobreza extrema, y en el que, por razones obvias, más del 85% de la población es opositora al régimen.
Asimismo, es la nación que, en la actualidad, está inmersa en un proceso de dos hechos electorales, como son las llamadas primarias y luego presidenciales, lo cual se traduce en una situación que, por un sentido práctico, realista y honesto, debería ser entendido y atendido según un propósito realmente pragmático.
Según tal pragmatismo, los venezolanos, unidos en un propósito sinceramente nacionalista, deberían estar pensando y propiciando la recuperación y éxito económico del país. Su población tiene todo lo necesario para hacerlo, a saber: recursos naturales y recursos humanos. Sin embargo, también está llamado a evitar la continuación de acciones en competencias absurdas. De hecho, en momentos cuando el mundo exhibe demostraciones de estar urgido de energía, Venezuela puede convertirse en una respuesta de posibilidades para ser el centro de la producción energética más importante.
Pero, ¿será posible que los venezolanos dejen las apetencias y luchas por quién debe ser el Jefe de la Canoa, precisamente cuando la misma se está hundiendo, y está exigiendo no incurrir en el error o peligro de caer en manos ajenas? ¡Cuidado!, porque la vida ofrece sorpresas, al igual que los pueblos, cuando sus llamados líderes no son capaces de ofrecer las respuestas positivas que la ciudadanía espera, necesita y por la que clama satisfacción.