Entregando su corona de campeón del Abierto de Estados Unidos, el español Carlos Alcaraz sucumbió la noche del viernes frente a Daniil Medvedev en el último paso hacia la final ante Novak Djokovic, el duelo más ansiado por el mundo del tenis.
Alcaraz, primer sembrado del torneo, flaqueó ante un inspirado Medvedev por 7-6 (7/3), 6-1, 3-6 y 6-3 en tres horas y 19 minutos de partido.
Medvedev y Djokovic reeditarán el domingo la final de 2021 en Nueva York, en la que el ruso impidió que el serbio completara un histórico pleno de cuatro títulos de Grand Slam en ese año.
“Esto es genial, especialmente ganando a alguien como Carlos, contra quien perdí claramente dos veces este año. Antes del partido tenía muchas dudas de cómo imponer mi juego”, reconoció Medvedev.
“Antes del partido dije que tenía que jugar 11 sobre 10 para ganarle y jugué 12 sobre 10”, afirmó.
Alcaraz entregó los dos primeros sets con una versión inusualmente apagada. Cuando reaccionó haciéndose con el tercer set, ya era muy tarde para frenar a un Medvedev en estado de gracia e implacable al servicio, con un 82% de efectividad en el primer saque.
Entre las muchas proezas de su joven y vertiginosa carrera, el prodigio español todavía no ha remontado un partido con dos sets en contra.
A la caza de su tercer título de Grand Slam, Alcaraz llegaba como favorito a su cuarta semifinal grande consecutiva.
El español, de 20 años, solo había encajado una derrota en sus 26 partidos de Grand Slam desde que hace un año alzó su primera corona en Nueva York.
Desde entonces se perdió por lesión el Abierto de Australia, cayó en semifinales de Roland Garros ante Djokovic y venció al serbio en una memorable final en Wimbledon.
De vuelta a Flushing Meadows, donde se anhelaba una revancha de la final de Wimbledon, Alcaraz aspiraba a ser el primer tenista en revalidar el trofeo desde Roger Federer en 2008.
Pero será Medvedev, un especialista en dar campanadas en la pista de Nueva York, quien enfrente al gigante serbio y trate de interponerse en su camino hacia su 24º título de Grand Slam,.
“El desafío de la final será jugar contra alguien que ha ganado 23 Grand Slams, y yo solo tengo uno”, recordó Medvedev.
“Cuando le gané aquí conseguí jugar mejor que mí mismo y tengo que volver a hacerlo, no hay otra forma”, admitió.
Sin magia
Tras vencerle en sets corridos este año en la final de Indian Wells y la semifinal de Wimbledon, Alcaraz había advertido que Medvedev trataría de sorprenderlo con variantes tácticas.
El ruso, gran especialista en pistas rápidas como la de Flushing Meadows, abrió juego con toda su artillería al servicio.
Consciente de que necesitaba tomar riesgos, a Medvedev no le importó cometer hasta seis doble faltas en el primer parcial.
Su potencia de fuego y la espesura de Alcaraz en la devolución dieron confianza al ruso para enzarzarse en largos intercambios con el velocista español.
El mano a mano hacía vibrar a los 23.000 aficionados de la mayor pista del mundo, donde relucían celebridades como los actores Ben Stiller y Charlize Theron y estrellas del deporte como Tom Brady y Kevin Durant.
Después de que cediera el primer set en el ‘tiebreak’, Alcaraz entró en un bajón de juego amplificado con los murmullos de decepción desde la grada.
La preocupación llegaba hasta el palco del español donde su entrenador Juan Carlos Ferrero y su familia trataban de animarle en medio de una sucesión de derechas largas y dejadas a la red.
“Llevo un set y medio que se las estoy dejando a huevo (fácil)”, les respondía desde la pista.
Alcaraz entregó su servicio a la primera y acumuló hasta 10 errores no forzados para servirle en bandeja el 2-0 a Medvedev.
El español enfiló hacia el vestuario para mentalizarse para remontar dos sets por primera vez.
“¡Saca la magia!”, le gritó su equipo al volver, y Alcaraz reaccionó con una muestra de su mejor tenis y pedidos de apoyo a público, que también se embarcó en busca de la remontada.
El español se apropió del tercer set y recuperó la sonrisa en el banco mientras Medvedev se preparaba para ganar el asalto definitivo.
En el cuarto set ambos se entregaron a un vertiginoso correcalles en el que las piernas de Medvedev aguantaron el pulso.
En cuanto encontró el quiebre decisivo, Medvedev se enzarzó en un dramático último juego en el que necesitó de cuatro pelotas de partido para tumbar al campeón. /AFP