Pocos lugares encarnan la transformación de la ruta del Darién como el primer campamento en la selva.
Hace dos años, la ruta desde el albergue de Acandí hasta este campamento, Las Tecas, era un tosco camino de tierra. Hoy es una carretera transitable en camioneta. El propio campamento era antes una extensión fangosa. Hoy es un pueblo, con un pabellón de bienvenida, control de seguridad, 38 tiendas y restaurantes, wifi e incluso una sala de billar.
Aquí, la Fundación Social Nueva Luz del Darién ha organizado los amplios equipos de guías y portadores de mochilas con sus camisetas numeradas y codificadas por colores. Algunos han personalizado aún más sus uniformes, y han añadido a sus mangas palabras como “respeto” y “amistad”.
En el pabellón de bienvenida de Las Tecas, los guías revisan a los migrantes con detectores de metales, un nuevo protocolo.
“¿Navajas?”, preguntó un guía, confiscando cualquier cosa con filo. “¿Cuchillos? ¿Machetes?”.
Más de 2000 migrantes se reúnen en el corazón del campamento. Hay niños con camisetas de Barbie, dos madres ansiosas con niños pequeños sujetos con correas, un hombre con un bebé a la espalda y una muñeca metida en la cintura, una mujer con una mochila con la bandera estadounidense.
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More than 2,000 people now leave each day from the Las Tecas camp, where they begin their journey into the Darién jungle. pic.twitter.com/QTIQDmBKW9
— julieturkewitz (@julieturkewitz) September 14, 2023