La industria automotriz venezolana, que prosperó durante más de una década con alrededor de ocho plantas ensambladoras y numerosas empresas conexas, sufrió un desplome total en la última década.
Fábricas como Ford, Toyota y Mitsubishi, que lideraban el montaje de vehículos, se vieron obligadas a cerrar debido a problemas para importar piezas y a la caída del poder adquisitivo de los venezolanos.
Aunque el chavismo prometió un repunte al anunciar 104 fábricas en 2019, solo siguen operativas tres plantas dedicadas a camiones y autobuses, con una producción insignificante en comparación al promedio histórico de 100 mil unidades anuales.
Igual suerte corrieron las proveedoras de autopartes, que hoy apenas abastecen la mitad del mercado de reposiciones ante la competencia de productos importados irregularmente.
Con solo 4 mil automóviles vendidos durante los primeros ocho meses de 2023, los empresarios ven lejana la reactivación de las ensambladoras, aunque el régimen promete nuevos planes sin ofrecer detalles.
Según la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa) para agosto de 2023 se ensamblaron solo 14 unidades.
La doliente industria automotriz venezolana sigue en cuidados intensivos.
Con información de BANCA Y NEGOCIOS