El joven nicaragüense Moisés Leiva siente ansiedad y estrés constante ante la difícil situación que encara para adaptarse a la vida en Estados Unidos. Su experiencia migratoria comenzó en febrero, cuando fue expatriado de su país tras ser sacado de prisión y enviado a la nación norteamericana junto a unos 222 expresos políticos liberados.
Por VOA
Salir a flote en EEUU no es fácil, dice, mientras se mantiene conectado con todos los medios posibles a Nicaragua, donde está su familia.
“Todo esto trae estrés, dolor de cabeza, ansiedad, y te hace sentir que no estás en tu país, y que tu tierra está allá tan lejos, y esa ansiedad es algo tremendo; justo ahora estoy pasando por una situación horrible”, comenta en conversación telefónica con la Voz de América.
Sus mudanzas han sido constantes desde que llegó a Washington y posteriormente se movió, por recomendaciones, a Miami, donde existe desde la década de 1980 una fuerte comunidad nicaragüense.
Moisés encaja en el término “duelo migratorio” que utilizan los expertos en sicología social, o sea, el proceso de adaptación que enfrentan los inmigrantes a su llegada al país de acogida para sobrellevar el tiempo de adaptación a un nuevo entorno.
Los expertos en salud mental consideran hasta cierto punto “normal” el duelo migratorio, pero en condiciones severas puede avanzar a una escala grave denominada “Síndrome de Ulises”, término que acuñó en 2002 el siquiatra español Joseba Achotegui en alusión al héroe de la mitología griega que estuvo perdido durante 20 años buscando la ruta para volver a su hogar, castigado por los dioses.
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