Inspirado por los elementos socialistas de la ideología sionista, pero también por la inviabilidad del cultivo individual de la tierra en una zona avara en aguas, este modelo de colectivización agrícola fue exitoso y atrajo a miles de judíos de todo el mundo
Los salvajes ataques terroristas de Hamas contra Israel el pasado fin de semana ya dejaron al menos 1.300 muertos y cientos de heridos, secuestrados y desaparecidos. La ofensiva que tomó por sorpresa al Estado judío se sufrió especialmente cerca de la frontera con Gaza, donde se ubican la mayoría de los kibutzim (plural de kibutz).
Por Infobae
El origen
Inspirado, en parte, por los elementos socialistas de la ideología sionista, pero también por la inviabilidad del cultivo individual de la tierra en una zona avara en aguas, este modelo de colectivización agrícola fue exitoso y atrajo a miles de judíos de todo el mundo que, sumándose a un kibutz, podían sentirse parte de la utopía compartida. Actualmente, hay en Israel unas 250 de estas granjas colectivas. En ellas viven alrededor de 125 mil personas, lo que representa aproximadamente el 1,3% de la población. El número de miembros de un kibutz puede oscilar entre 100 y 1000.
En los kibutzim, las personas viven de acuerdo con un contrato social específico, basado en principios igualitarios y comunitarios en un marco social y económico.
“Las principales características de la vida kibutziana se establecían en la adhesión al colectivismo en la propiedad junto a un carácter cooperativo en las esferas de la educación, la cultura y la vida social. Con ello se llegó al entendimiento de que el miembro del kibutz forma parte de una unidad mayor que su propia familia”, explica la Agencia Judía en su sitio web.
Estas comunas de voluntarios, creadas hace más de 90 años, jugaron un rol esencial en la creación del Estado judío y se convirtieron en su rasgo distintivo y símbolo por excelencia.
Los kibutzim funcionan bajo la premisa de que “todos los ingresos generados por el kibutz y sus miembros van a parar a un fondo común”, de acuerdo a la Agencia Judía. Los ingresos se destinan a la administración de la comunidad, a las inversiones y garantizar la ayuda mutua y recíproca y la responsabilidad entre los miembros, quienes reciben el mismo presupuesto según el tamaño de la familia.
Este tipo de comunidad se rige por un “sistema de democracia participativa directa, en el que el individuo puede influir directamente en los asuntos y acontecimientos de la comunidad”, precisa la Agencia Judía. El trabajo colectivo y la ética de trabajo juegan un papel fundamental en el bienestar de la comunidad.
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