Las investigaciones entorno al alzhéimer están centradas ahora en tratar de identificar biomarcadores- indicadores biológicos que pueden medirse y relacionar su presencia e intensidad con el desarrollo de una enfermedad- y señales que permitan predecir el riesgo de demencia y deterioro coginitivo mucho tiempo antes de que se produzcan. Aunque se siguen buscando tratamientos que permitan revertir los devastadores efectos de esta enfermedad, el camino de abordarla en los estadios precoces parece mucho más razonable, y está ofreciendo mejores resultados.
Por La Razón
Algunos de los últimos biomarcadores que se han descubierto han sido la inflamación de la barrera hematoencefálica- órgano que regula los intercambios entre la sangre y el cerebro, y lo protege de posibles agresiones e infecciones-, que permite identificar qué pacientes con alzheimer u otro tipo de demencias experimentarán una evolución más rápida de la enfermedad; el plasma p-tau231, especialmente idóneo para captar cambios cerebrales incipientes relacionados con la proteína amiloide, antes de que la placa de esta proteína se manifieste, o biomarcadores en sangre como p-tau181, t-tau, NfL, GFAP y UCH-L1.
Pero también existen trastornos mentales que pueden incrementar el riesgo de padecer este tipo de demencia. Se trata del estrés crónico y depresión, tal y como lo ha demostrado una investigación del Instituto Karolinska, de Suecia. Los científicos señalan que el deterioro cognitivo leve y la enfermedad de Alzhéimer es más prevalente entre las personas entre 18 y 65 años con un diagnóstico previo de estrés crónico y depresión.
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