El presidente Joe Biden viajará este martes a Israel y Jordania, para expresar su apoyo a Tel Aviv, negociar ayuda humanitaria para Gaza y evitar una escalada regional, en lo que se perfila como un test de la influencia de Estados Unidos en Oriente Medio.
Según el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, Biden transmitirá su “solidaridad” a Israel y después viajará a Jordania para reunirse con el rey Abdalá II, el presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi y el líder de la Autoridad Palestina Mahmud Abas.
“Repetirá nuestra convicción de que Hamás no representa a la gran mayoría del pueblo palestino, que también es víctima” del grupo islamista, según John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense.
Este viaje relámpago, de aproximadamente un día, recuerda en parte su visita histórica a Kiev en febrero. Al igual que entonces, el demócrata, de 80 años, viaja a un país en guerra, desde hace 11 días.
– “Deber” –
Pero la comparación termina ahí.
Esta vez el viaje no se mantendrá en secreto hasta el último minuto, no será recibido con los brazos tan abiertos como en Kiev y hay más en juego.
El presidente estadounidense, muy conmovido por el sangriento ataque de Hamás del 7 de octubre, aseguró que Israel tiene “el deber” de defenderse.
El asalto del grupo islamista palestino causó 1.400 muertos en Israel, según las autoridades del país.
Biden es consciente del riesgo de catástrofe humanitaria en la Franja de Gaza, bombardeada por el ejército israelí, que además prepara una ofensiva terrestre en este territorio.
Alrededor de 3.000 personas han muerto en ataques israelíes en territorio palestino, según el ministerio de Salud de Hamás, que gobierna el territorio.
En su reunión con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, Biden intentará garantizar la entrega de ayuda humanitaria extranjera al enclave, que se halla bajo bloqueo.
En Jordania intentará mitigar las reticencias de Egipto a abrir o al menos entreabrir su frontera a los civiles que huyen de la guerra, mientras un millón de palestinos ya han sido desplazados del norte al sur de la Franja de Gaza.
Además, el presidente estadounidense quiere disuadir al movimiento libanés proiraní Hezbolá y, por tanto, a Irán, de que empeoren aún más las cosas.
Estados Unidos no quiere que el conflicto se propague, entre otras razones porque ya suministra ingentes fondos a Ucrania y quiere conservar recursos estratégicos para hacer frente a China si lo necesita.
– “Nación esencial” –
El viaje de Biden será un test sobre la influencia de la “nación esencial“, una expresión de la exsecretaria de Estado Madeleine Albright, que Biden hizo suya.
“Somos Estados Unidos de América, por el amor de Dios, la nación más poderosa (…) de la historia del mundo. Podemos ocuparnos de ambas”, Ucrania e Israel a la vez, dijo el presidente el domingo en la cadena CBS.
Biden también cuenta con su habilidad personal. Después de cuarenta años de carrera política, el demócrata está convencido de que puede resolver las situaciones más complejas con su talante negociador.
Pero no tiene el control total sobre los hechos: cualquier despliegue adicional de ayuda a Israel necesita la luz verde del Congreso estadounidense y la Cámara Baja lleva días paralizada, sin presidente, desde que un grupo de partidarios del exmandatario Donald Trump destituyó al que tenía.
Biden, en campaña para un segundo mandato, no puede permitirse la más mínima debilidad, cuando han muerto 30 estadounidenses desde el ataque de Hamás y se teme un estallido de odio contra judíos y musulmanes, en un país ya muy dividido.
El domingo, un niño musulmán de seis años fue asesinado a puñaladas cerca de Chicago (norte), un crimen racista que la policía ha relacionado con la guerra entre Israel y Hamás.
AFP